Margarita Zapata: “Los medios de comunicación occidentales no perdonan que Nicaragua retome el proyecto revolucionario”
Margarita Zapata (México DF, 1950) no titubea. Tiene décadas de experiencia política. Su militancia viene de lejos: veterana de la Revolución Sandinista y exvicepresidenta de la Internacional Socialista (2000-2008), su vida es un combate en todos los frentes. En 2011, después de un tiempo alejada del país, fue nombrada embajadora itinerante de Nicaragua. Habla una gran conocedora de América Latina.
¿Por
qué volver a posiciones de responsabilidad, después de tanto tiempo
alejada, en un momento en el que Nicaragua tiene un cartel internacional
controvertido?
Es verdad que Nicaragua tiene un cartel internacional controvertido
pero eso se debe a que el presidente, Daniel Ortega, está retomando el
proyecto de la Revolución Sandinista: la reforma agraria, la educación y
la salud gratuitas, el acceso a la vivienda, las políticas de juventud…La mejor arma para combatir la pobreza es la educación. Por eso, cuando veo que los niños ya no están en la calle, en los semáforos, revivo la ilusión por la que luchamos y por la que murieron los mejores hijos de Nicaragua.
Pero
lo que se dice fuera de Nicaragua, más bien, es que la élite sandinista
se ha convertido en una especie de oligarquía parecida a la que había
en tiempos de Somoza (antes de la Revolución Sandinista).
Esa oligarquía sandinista no existe. No voy a negar que hay
sandinistas ricos pero es que muchos se volvieron empresarios cuando el
FSLN [Frente Sandinista de Liberación Nacional, en el poder] perdió las
elecciones [en 1990]. Son los que ahora se llaman renovadores [en
referencia al Movimiento de Renovación Sandinista, aliado de la
oposición, de derecha] y la gente les sigue llamando sandinistas, pero
ellos ya no están dentro del proyecto sandinista.
¿Pero,
por ejemplo, el relevo generacional está garantizado dentro del FSLN?
Porque a nivel internacional se habla mucho de que la sucesora [de
Daniel Ortega] pudiera ser [su esposa] Rosario Murillo. Se teme,
incluso, por la continuidad real del proyecto.
La continuidad del proyecto está garantizada y el relevo
generacional, también. El FSLN ha trabajado mucho por mezclar juventud y
experiencia. De hecho, la evolución ha sido muy positiva: de los
miembros históricos de la dirección del FSLN, ya solo quedan tres.
También se ha trabajado mucho por la paridad: actualmente, más de la
mitad de los diputados del FSLN son mujeres. A partir de esos
principios, sin embargo, también hay que caminar de acuerdo a las
circunstancias, sin precipitaciones.
Usted alude mucho a cambios concretos en el ámbito social ¿Se trata de cambios estructurales?
Sí, y no sólo son cambios estructurales sino que se cimentan en un
fuerte crecimiento económico, avalado, incluso, por el FMI [4 por ciento
en 2011].
Lo
que se dice en el ámbito internacional es que ese crecimiento estaría
dopado por Venezuela y más concretamente, por Hugo Chávez.
Nicaragua no recibe dádivas: lo que hay es comercio justo en el
ámbito del ALBA [Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América-Tratado de Comercio de los Pueblos]. No es que Venezuela ejerza
de benefactor y subvencione a fondo perdido. Hay intercambio con
Venezuela y con otros países que no forman parte del ALBA.¿Qué diferencia hay, actualmente, entre el modelo nicaragüense y el salvadoreño?
Ya
que hablamos de izquierda y de América Latina, ¿dónde situaría al
proyecto sandinista actual, en el marco ideológico de los Gobiernos de
izquierda que hay en América Latina?
El Gobierno de Daniel Ortega es de izquierda. Eso está clarísimo…
¿Pero Nicaragua está más cerca del ALBA; tiene elementos de otros; aportaciones propias…?
El sandinismo se renueva, se actualiza, se adapta. El FSLN de 1979
[año en que triunfó la Revolución] no fue el mismo de 1984, cuando se
celebraron las primeras elecciones democráticas en Nicaragua; tampoco
fue el mismo que perdió las elecciones en 1990 y tampoco el que volvió a
ganar en 2006, e incluso tampoco, si me apuras, el que volvió a ganar
ahora, en 2011. Eso es lógico…
¿Es compatible formar parte del ALBA como país y, al mismo tiempo, como partido gobernante, de la Internacional Socialista (IS)?
Sin duda. De hecho, si tomamos al pié de la letra los estatutos de la
IS, la mayoría de sus partidos miembro tendrían que estar alineados con
la izquierda latinoamericana actual. El problema es que no suelen
estarlo porque la IS es, cada vez más, de derechas.
¿Y Daniel Ortega piensa hacer algo al respecto?
Pues eso dependerá de lo que quiera ser la IS después de su próximo
congreso, que está previsto para finales de año. Lo que ahí se va a
tener que decidir es si la IS va a seguir apostando por el
neoliberalismo o si va a recuperar los principios y valores con los que
fue creada, que son los de la Revolución Sandinista. Fuera de la
Internacional Socialista hay muchos espacios (como la COPPPAL
[Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina] o el
Foro de Sao Paulo), que son mucho más integradores y mucho más de
izquierdas que la IS, y eso no puede seguir así.
¿El
precio a pagar por estas posiciones políticas es la imagen mediática
que se está proyectando de Nicaragua en el exterior desde que el FMLN
recuperó el poder?
Por supuesto. La mala imagen de Nicaragua en los medios [de
comunicación] occidentales es un producto de sus posiciones pero también
de su proyecto [político]. El problema es que el FSLN y el Gobierno [de
Nicaragua] no están ahí para ser simpáticos a los medios [de
comunicación] occidentales sino para resolver los problemas de los
nicaragüenses. Y no lo hacen mal: Daniel Ortega se reeligió con un 62
por ciento de los votos.
Daniel Ortega está retomando el proyecto de la Revolución Sandinista. ©Heimlich el centroamericano
Gracias a: Crónica Popular
Fuente: http://www.cronicapopular.es/2012/02/margarita-zapata/