“Cada uno se crea su propio cielo o su propio infierno” (filosofía del Vedanta).
Crisis,crisis, crisis, ¡qué bien les viene la crisis!, ¡mucho más que el terrorismo o el cambio climático! ¿Acaso crees que si les perjudicara lo más mínimo se pasarían (como se pasan) todo el tiempo, y por todos los medios posibles, hablando de ella?
La crisis y todo lo que le rodea (ajustes, recortes, reformas, protestas…) es la nueva fórmula mágica, el nuevo método hipnótico para llevarte al trance; para vincularte con sus perversos e inhumanos proyectos; para que no te escapes; para que no oses ni por un momento imaginarte otra forma de vida fuera de sus macrocárceles de asfalto y hormigón; para que dejes de pensar en las canciones, en la poesía, en el resplandor de la noche, y sólo pienses y vivas como a ellos les interesa que pienses y vivas, como ganado, esperando tu diaria ración de alfalfa, o, peor aún, como cultivos, incapaces de experimentar la más mínima emoción.
Sí amigo, la crisis es otro de sus trucos, muy bien elaborado, pero otra trampa al fin y al cabo, otro de sus embrujos; y, desgraciadamente, tú, como tantos otros, has caído en la “maya” de su red, en su falsa realidad.
Como con el terrorismo, como con el cambio climático, como con el resto de sus “shows”, ellos crean el problema y después sólo esperan tú reacción. Les da igual en que equipo participes, sólo quieren que te impliques: apoyando sus reformas o asaltando supermercados, ambas cosas les vienen bien, pues ambas cosas llevan a lo mismo, a que sólo se piense y se hable de la crisis, a que sólo se piense y se hable con el estómago, a que tu más pura esencia quede reducida a la nada, a que te transformes en masa en lugar de que te realices como individuo, a que te conviertas en otro zombi más, en otro muerto viviente, en definitiva, a que caigas en su infierno prefabricado.
Es muy triste, pero, hoy en día, y mires adonde mires, sólo ves grises masas informes, movidas por ideales burgueses. En los barrios ricos y en los barrios pobres sólo ves burgueses, que, en sus modernos sarcófagos, dotados de todo tipo de lujos y comodidades, tienen como único objetivo esperar la muerte. Éste fue el gran logro de la Revolución Francesa, el triunfo de las masas.
Pero basta, me parece que estoy pecando de tremendista, creo que siempre ha sido más o menos así, sólo tienes que leer a los antiguos para darte cuenta que la gran mayoría siempre ha sido como es ahora, de que la masa siempre ha tenido el mismo absurdo modo de comportarse. Lo cierto es que lo que verdaderamente me preocupa eres tú, pues has cambiado; tú antes no eras así, has caído en su trampa, en su red, y las preocupaciones materiales han invadido tu espíritu, desplazando al poeta, anulando al artista. Sin que te dieras cuenta te han domesticado. Tú antes te burlabas de su ideal de vida:”Trabajo estable, casa propia, eso es para esclavos” decías; y ahora sales a la calle a reivindicar todo lo que antes maldecías ¿en que has dejado que te convirtieran?
Vuelve a embriagarte con la mágica luz de la noche y deja el día y sus enfermizas visiones para los muertos, antes de que ya no haya vuelta atrás; abandona el infierno de las preocupaciones materiales que ellos construyeron para que perdiéramos nuestra alma en él; olvida todas sus convenciones, evita todas sus trampas, vive, y deja la muerte para los zombis. “¿Cómo?” -me preguntas- Muy fácil, recupera al artista, libera a la bestia que hay en ti, reconcíliate con tu corazón y no vuelvas a desobedecerle.
Crisis,crisis, crisis, ¡qué bien les viene la crisis!, ¡mucho más que el terrorismo o el cambio climático! ¿Acaso crees que si les perjudicara lo más mínimo se pasarían (como se pasan) todo el tiempo, y por todos los medios posibles, hablando de ella?
La crisis y todo lo que le rodea (ajustes, recortes, reformas, protestas…) es la nueva fórmula mágica, el nuevo método hipnótico para llevarte al trance; para vincularte con sus perversos e inhumanos proyectos; para que no te escapes; para que no oses ni por un momento imaginarte otra forma de vida fuera de sus macrocárceles de asfalto y hormigón; para que dejes de pensar en las canciones, en la poesía, en el resplandor de la noche, y sólo pienses y vivas como a ellos les interesa que pienses y vivas, como ganado, esperando tu diaria ración de alfalfa, o, peor aún, como cultivos, incapaces de experimentar la más mínima emoción.
Sí amigo, la crisis es otro de sus trucos, muy bien elaborado, pero otra trampa al fin y al cabo, otro de sus embrujos; y, desgraciadamente, tú, como tantos otros, has caído en la “maya” de su red, en su falsa realidad.
Como con el terrorismo, como con el cambio climático, como con el resto de sus “shows”, ellos crean el problema y después sólo esperan tú reacción. Les da igual en que equipo participes, sólo quieren que te impliques: apoyando sus reformas o asaltando supermercados, ambas cosas les vienen bien, pues ambas cosas llevan a lo mismo, a que sólo se piense y se hable de la crisis, a que sólo se piense y se hable con el estómago, a que tu más pura esencia quede reducida a la nada, a que te transformes en masa en lugar de que te realices como individuo, a que te conviertas en otro zombi más, en otro muerto viviente, en definitiva, a que caigas en su infierno prefabricado.
Es muy triste, pero, hoy en día, y mires adonde mires, sólo ves grises masas informes, movidas por ideales burgueses. En los barrios ricos y en los barrios pobres sólo ves burgueses, que, en sus modernos sarcófagos, dotados de todo tipo de lujos y comodidades, tienen como único objetivo esperar la muerte. Éste fue el gran logro de la Revolución Francesa, el triunfo de las masas.
Pero basta, me parece que estoy pecando de tremendista, creo que siempre ha sido más o menos así, sólo tienes que leer a los antiguos para darte cuenta que la gran mayoría siempre ha sido como es ahora, de que la masa siempre ha tenido el mismo absurdo modo de comportarse. Lo cierto es que lo que verdaderamente me preocupa eres tú, pues has cambiado; tú antes no eras así, has caído en su trampa, en su red, y las preocupaciones materiales han invadido tu espíritu, desplazando al poeta, anulando al artista. Sin que te dieras cuenta te han domesticado. Tú antes te burlabas de su ideal de vida:”Trabajo estable, casa propia, eso es para esclavos” decías; y ahora sales a la calle a reivindicar todo lo que antes maldecías ¿en que has dejado que te convirtieran?
Vuelve a embriagarte con la mágica luz de la noche y deja el día y sus enfermizas visiones para los muertos, antes de que ya no haya vuelta atrás; abandona el infierno de las preocupaciones materiales que ellos construyeron para que perdiéramos nuestra alma en él; olvida todas sus convenciones, evita todas sus trampas, vive, y deja la muerte para los zombis. “¿Cómo?” -me preguntas- Muy fácil, recupera al artista, libera a la bestia que hay en ti, reconcíliate con tu corazón y no vuelvas a desobedecerle.