sábado, 22 de febrero de 2014

DOSSIER: El comienzo de una nueva “primavera” en Bosnia-Herzegovina?

Eléonore Loue-Feichter · Andrea Noni · Andrej Nikolaidis · · ·
16/02/14

Tuzla, Zenica, Sarajevo y Mostar: la revuelta de la desesperanza
 “¡Todos juntos!” Empezó hace poco en Tuzla, el miércoles 5 de febrero, pero el movimiento se ha propagado rápidamente por toda Bosnia-Herzegovina. El viernes Zenica, Sarajevo y Mostar ya estaban en llamas. Aquí, las manifestaciones desembocaron en el incendio de las sedes de la Unión Democrática Croata –HDZ o Hrvatska demokratska zajednica– y la del Partido de Acción Democrática –SDA o Stranka Demokratske Akcije–, ambos partidos nacionalistas. Entre los manifestantes se han olvidado, como es obvio, las divisiones étnicas.

Estas manifestaciones marcan lo que puede ser el inicio de una “Primavera bosnia”. Empezaron en Tuzla, el miércoles 5 de febrero y se extendieron, rápidamente, a otras ciudades de Bosnia-Herzegovina. Son la voz de una revuelta popular. Razón aquí: las condiciones de vida de los ciudadanos bosnios y una situación económica y social deplorable.

 Estas manifestaciones marcan el inicio de un despertar: el de la conciencia del conjunto ciudadano, sin connotaciones éticas. El mayor temor de las autoridades es, efectivamente, que un día toda la población del país se una para actuar con un fin común, poniendo en peligro los veinte años de discursos nacionalistas que han permitido a la clase política mantenerse en el poder.

El gobierno ha pretendido hacer creer que habían sido manipulados; los manifestantes aseguran que únicamente les ha llevado a movilizarse la situación tan desesperada en la que se encuentran. Subrayan que las reacciones del jueves y el viernes son la respuesta del pueblo frente a los arrestos y actos de violencia excesiva con los que la policía embistió a los manifestantes, especialmente, a los más jóvenes.
A
ldin Širanović, creador del grupo de Facebook UDAR –“CHOQUE”– y precursor de  la manifestación en Tuzla, fue arrestado el jueves y puesto en libertad esa misma tarde. Tras su salida de prisión declaró haber sido agredido por la policía: “Cuando me cogieron, me aporrearon la espalda y me dieron patadas en la cabeza. El servicio especial de policía ha utilizado conmigo todos los medios que tenía a su disposición”.

El presidente del sindicato de la empresa Konjuh, Mevludin Trakić, detenido el miércoles mientras se manifestaba, sentado y de manera pacífica, en el cruce que colinda con el edificio del gobierno del cantón de Tuzla, también ha comentado los actos perpetrados por la policía: “No opusimos resistencia a la policía. No habíamos venido para actuar de forma vandálica. Después de cuatro años, exigimos el reconocimiento de nuestros derechos, pero, créame, ayer nos sorprendieron al esposarnos y ponernos bajo vigilancia de las fuerzas especiales. Fuimos puestos en libertad esa misma tarde, a las 21.30h, pero tenemos una multa de 300 marcos (unos 150 euros); le aseguro que no estamos en condiciones de poderla pagar con los escasos  40 marcos mensuales (20 euros) que tenemos para vivir. En estos últimos días, he visto jóvenes de unos quince años abatidos por el servicio especial de policía. La policía ataca a civiles desarmados, por lo que, si hace falta, nos armaremos. Lo repito, no vinimos aquí para esto, pero si nos vemos obligados, lo haremos”.

La bancarrota de los bienes públicos.

Los manifestantes acusan a las autoridades locales de haber permitido la quiebra de numerosas empresas públicas tras la privatización que tuvo lugar entre el año 2000 y el 2008, dejando en situación de desempleo a muchos trabajadores. Después de la Segunda Guerra Mundial, en pleno periodo “titista”, se desarrolló en Tuzla un centro superior de industria y cultura. Entre 2000 y2010, las antiguas empresas públicas que daban empleo a la mayoría de la población –cuyas principales fábricas son Dita, Polihem (Hak), Guming, Konjuh y Aida–  fueron vendidas a propietarios privados persiguiendo que éstos invirtiesen y las hicieran rentables. En lugar de eso, han vendido los activos, dejaron  de pagar a los trabajadores y se declararon en quiebra. Las privatizaciones de estas sociedades han sido puestas bajo el control de la agencia cantonal para la privatización (1).

La empresa de detergentes Dita dio empleo a 750 personas. Según el contrato de privatización del 2007, el nuevo propietario de esta empresa se comprometía a mantener a todos sus empleados durante tres años y la producción durante cinco. Sin embargo, en los años venideros, la nueva dirección no ha mantenido esos acuerdos ni ha asegurado el pago de las cotizaciones sociales obligatorias, tales como la jubilación, la seguridad social o la baja laboral de sus empleados.  Hoy estos se ven privados de todos sus derechos sociales. Les es imposible jubilarse, pues un gran número de ellos no cuenta con el mínimo de años cotizados. Pese a la realización de una encuesta por parte de la policía en 2010, la cual destapa los actos criminales de la nueva dirección, el asunto continúa estancado en Despacho del procurador del cantón de Tuzla. Después de dos años, los trabajadores exigen el reconocimiento de sus derechos, pero las autoridades permanecen mudas. El Primer Ministro del cantón se contenta con declarar que este asunto no concierne al gobierno cantonal, La empresa, pues, estaba privatizada de aquí en adelante.

Para la población, los diferentes partidos que ostentan el poder no son los únicos responsables. Los sindicatos corruptos han de ser, igualmente, castigados.
Dimisión de los gobiernos cantonales de Tuzla y Zenica.

La asociación FRONT pidió el viernes la dimisión inmediata del primer ministro, Sead Čaušević, y del ministro del Interior del cantón de Tuzla, Zoran Teofilović, debido a la “tentativa de crimen organizado contra los ciudadanos de Tuzla que manifiestan y exigen sus derechos garantizados por la Constitución”. El primer inistro del cantón  de Tuzla dimitió la tarde del viernes, arrastrando consigo la caída del gobierno del cantón. El primer ministro del cantón de Zenica-Doboj, Munib Husejnagić, y su gobierno presentaron, igualmente, su dimisión, esa misma tarde.

Para el alcalde de Tuzla, Jasmin Imamović, las reivindicaciones de los trabajadores están más que justificadas, pues representan la consecuencia de una privatización criminal sobre sus empresas. Antes de la dimisión del Primer Ministro, Imamović había pedido al gobierno del cantón recalcular el presupuesto con el fin de poder conceder  fondos  económicos destinados al Estatuto de los Trabajadores, privados estos de sus derechos.
Por su parte, el ministro de la Seguridad Social de Bosnia-Herzegovina, Fahrudin Radončić, exigió al Comité independiente para la selección y supervisión del trabajo del comisario de policía del cantón de Tuzla realizar una encuesta para comprobar los hechos que se le han reprochado a la policía de Tuzla durante la jornada del miércoles.

Caos en Sarajevo

Sarajevo es presa del caos. El viernes a las 14.30 horas, la policía cargó contra la multitud, varios centenares de personas agrupadas entre Skenderija y la sede del gobierno del cantón de Sarajevo. Algunos manifestantes optaron por lanzarse al Miljacka, el río que atraviesa la capital bosnia, para escapar de las porras de la policía.

“Desde que terminó la guerra, nunca había vuelto a ver un edificio oficial ardiendo”, nos cuenta Saša, uno de los manifestantes. Y lo dice fríamente, como si verificase una verdad incuestionable. “Todo esto no va a cambiar nada. Esta protesta está alimentada por los medios de comunicación, sedientos de sangre. Los manifestantes están desesperados, pero la violencia que no lleva detrás una idea, no va a ninguna parte”.

“Vaya grupo de idiotas”, murmura un transeúnte. Son las 17.30h. En Sarajevo, los contestatarios acaban de incendiar la sede de la Presidencia colegial del Estado y la del gobierno federal. Las llamas devoran las paradas del tranvía en Skenderija, donde, además, hay coches aparcados. “Vaya idiotas, de verdad. Han quemado la presidencia, un edificio tan bonito… Esa gente no son más que vándalos, salvajes. He visto con mis propios ojos cómo esos jóvenes lo rompen todo. He visto cómo la policía pegaba a un heroinómano que acababa de robar un ordenador… Esto no es la revolución, ¡es un pasatiempo de imbéciles!”

Nos parecen lejanas aquellas jornadas de la bebolucija (2), cuando el parlamento bosnio era ocupado, pacíficamente, por algunas familias con hijos… La manifestación del viernes fue muy diferente: se veía, se sentía en la actitud de la gente. Se trataba, más bien, de una manifestación de individuos. De personas aisladas, desalentadas y sin esperanza alguna. Detrás de la convocatoria no había ninguna ONG, ninguna organización sindical.

La Unión de los sindicatos de Bosnia-Herzegovina asegura “comprender el enfado de los trabajadores”. Pero mantiene las distancias. “No podemos ser solidarios con los violentos, es inadmisible”. La multitud parece empujada por la frustración y la desesperanza. Sin control. La policía está desbordada.
“Haría falta actuar como los ucranianos. Esa gente tiene cojones. Los bosnios están demasiado ocupados en beberse el cafecito”, exclama Zlatko, un joven manifestante. La ironía y la desenvoltura de las grandes manifestaciones de 2013 han desaparecido. 
En Sarajevo, la rabia es palpable, igual que la indignación frente a la situación económica insostenible y a la pereza de una clase política comparada con “parásitos”. « Naša Bosna je od Dinare do Drine, vaša Bosna je od Baščaršije do Čengić-Vile » (“Nuestra Bosnia va desde los Alpes Dináricos hasta el Drina; la vuestra, de Baščaršija à Čengić-Vila” (3) ) entonan los manifestantes.
Durante este tercer día de la “revuelta de Bosnia-Herzegovina”, han aparecido en escena algunas declaraciones de orden político. En principio, sus reivindicaciones son diferentes: los bosnios exigen que se respete su derecho al trabajo, así como el fin de la corrupción y de los beneficios que únicamente se destinan para el provecho de la clase política.

“Hace años que esperaba una manifestación como ésta”, confiesa un manifestante que sobrepasa los cincuenta años. El miércoles anterior, la violenta represión a manos de la policía en Tuzla hizo comprender que la situación había dado un giro radical. Si todo está perdido, la violencia  se justifica con el fin de dar un derivativo a su propia frustración. “Gracias a Dios, ese momento ya ha llegado”, exclama Maja, una joven manifestante. “¡Por fin algo de movimiento! Sí, hay violencia, pero bajo mi punto de vista, es mejor eso que la apatía que aplasta a este país”.
Por ahora, la Oficina del Alto Representante de la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina no se ha pronunciado respecto a estas revueltas y se conforma con declarar que “el derecho de manifestarse y la libertad de expresión son, para los ciudadanos, derechos fundamentales que deben ser ejercidos de manera pacífica y respectando la ley”.
Notas:

(1)   N. del T.  Agencia de Privatizaciones de la Federación de Bosnia y Herzegovina.
(2)   N. del T.: Movimiento social nacido de las manifestaciones que tuvieron lugar en Sarajevo en junio del pasado año, 2013.
(3)   Estos dos últimos nombres pertenecen a diferentes barrios de Sarajevo.

Eléonore Loue-Feichter y Andrea Noni son corresponsales de la web Le Courrier des Balkans en Tuzla
Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego
http://balkans.courriers.info/spip.php?page=dossier&id_article=15933

Los bosnios no discuten hoy de identidades: es una guerra económica

Cuando le preguntaban por la Revolución Francesa, Chu En Lai, primer ministro de la República Popular China, supuestamente respondía: "Es demasiado pronto para decir algo". Sin embargo, cuando se trata de las actuales protestas en Bosnia-Herzegovina, no es demasiado pronto para decir que no se trata de estallidos violentos sin sentido.

Recordemos que las protestas comenzaron en Tuzla, centro industrial antaño de la Yugoslavia de Tito, el 5 de febrero, el mismo día que se conmemoraba en Sarajevo un triste aniversario, 20 años de la masacre del mercado Markale. Una granada, disparada desde las posiciones serbias que rodeaban la ciudad, cayó sobre un mercado atestado. Murieron 68 personas y 164 resultaron heridas.

La semana pasada, un ejército de trabajadores empobrecidos se concentró frente al edificio del gobierno regional del distrito de Tuzla. Exigieron sus salarios y pensiones; básicamente, todo lo que les debe todavía el Estado y los nuevos propietarios de las empresas. La agitación se ha convertido en el mayor estallido de descontento que se haya visto en el país con el proceso de privatización, una plaga que se ha extendido por todas las repúblicas de la antigua Yugoslavia. Los que protestaban se apoderaron del edificio del gobierno local. Llamaron a las fuerzas especiales y la ola de protesta se ha extendido a otras ciudades del país.

Las matanzas de Markale (hubo dos ataques al mercado, uno el 5 de febrero de 1994 y otro más el 28 de agosto de 1995) son, junto al genocidio de Srebrenica, símbolos de la tragedia de la guerra de Bosnia. Tuzla, junto a la ciudad minero-industrial de Zenica, es símbolo de la destrucción económica del país. La guerra y el juego sucio de la transición a la democracia están conectados en muy diversos planos. Y esto no constituye una peculiaridad de Bosnia-Herzegovina sino una historia demasiado familiar a lo largo y ancho de toda la región.

A la vista de la caída del Muro de Berlín y la urgente necesidad de transformar las economías planificadas a la economía del libre mercado, la élite política de la ex-Yugoslavia encontró una forma de convertir en odio étnico la creciente insatisfacción social de finales de los 80 y principios de los 90.

Las élites nacionalistas (anteriormente comunistas), de las cuales surgirían los futuros "vencedores de la transición", precipitaron el derrumbe de Yugoslavia. El proceso se inició cuando se rompieron las primeras hostilidades y todavía seguía con fuerza cuando concluyeron las guerras de  Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo. Se transformó en la cuarta guerra yugoslava que, aunque no declarada, no fue más humana que las demás: una guerra total contra los pobres. Ahora lo que los pobres están diciendo es “basta ya”.

El descontento en Tuzla es, por lo tanto, considerable. La forma en que juega la etno-élite con "su propio pueblo", mientras afirma estar defendiéndolo contra otro grupo étnico a cambio de un poder absoluto sobre las riquezas de esa sociedad, es algo que debe cuestionarse. En lugar de discutir hasta el infinito sobre identidades nacionales, la gente se hace ahora la pregunta de verdad: ¿dónde está nuestro dinero?

Las élites de la región están preocupadas y sus aliados occidentales se muestran todo menos indiferentes. Las revoluciones tienen esta mala costumbre de saltar fronteras. Por toda Bosnia se celebran "plenums" (asambleas), y los opositores quieren substituir un sistema político disfuncional por una democracia directa. Piden que se revise el proceso de privatización, así como el desmantelamiento de toda la élite política. En respuesta a estas peticiones, aviones no tripulados (“drones”) sobrevuelan a los manifestantes de Sarajevo. El alto representante Valentin Inzko anuncia que la UE enviará tropas a Bosnia. La última vez las tropas extranjeras vinieron a Bosnia a poner paz en el conflicto étnico. Si vuelven de nuevo, será para reprimir la revolución.

En Sarajevo, justo antes de la guerra, a no más de cincuenta metros del mercado  de Markale, en una oficina de Correos por la que pasaba yo todos los días, apareció un día una pintada: "Esto es Serbia". Justo al día siguiente, añadió alguien: "Esto es la oficina de Correos, imbécil". Con ello se dejaba entrever mucho acerca de lo que pasaría después.

Una pintada completamente distinta explica lo que hoy sucede en Bosnia. La verdad de las protestas bosnias se encuentra en la escena de un edificio de Tuzla en llamas, que iluminan una inscripción sobre el muro hecha por los que protestan: "Muerte al  nacionalismo".

Andrej Nikolaidis (1974), escritor y periodista bosnio, nació y creció en Sarajevo en una familia de origen greco-montenegrino. En 1992, al iniciarse la guerra en Bosnia, se mudó a Ulcinj, en Montenegro, donde reside todavía. Activista contra la guerra y por los derechos humanos, destacó desde los años 90 como articulista en publicaciones montenegrinas, como el diario Vijesti y el semanario Monitor, y bosnias, como el semanario Slobodna Bosna. También fue célebre su controversia como Emir Kusturica a quien acusó de “ayudante del verdugo” y cómplice de hacerle el juego a Milosevic. Como escritor de ficción, su primera novela Mimesis, tuvo gran repercusión en buena parte de la antigua Yugoslavia. Desde 2009 es asesor de Ranko Krivokapic, presidente del parlamento de Montenegro.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

The Guardian, 12 de febrero de 2014

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