Eléonore Loue-Feichter · Andrea Noni · Andrej Nikolaidis · · · |
16/02/14 |
Tuzla, Zenica, Sarajevo y Mostar: la
revuelta de la desesperanza
“¡Todos juntos!” Empezó hace poco en
Tuzla, el miércoles 5 de febrero, pero el movimiento se ha propagado rápidamente
por toda Bosnia-Herzegovina. El viernes Zenica, Sarajevo y Mostar ya estaban en
llamas. Aquí, las manifestaciones desembocaron en el incendio de las sedes de
la Unión Democrática Croata –HDZ o Hrvatska demokratska zajednica– y la del Partido de Acción Democrática
–SDA o Stranka Demokratske Akcije–, ambos
partidos nacionalistas. Entre los manifestantes se han olvidado, como es obvio,
las divisiones étnicas.
Estas
manifestaciones marcan lo que puede ser el inicio de una “Primavera bosnia”.
Empezaron en Tuzla, el miércoles 5 de febrero y se extendieron, rápidamente, a
otras ciudades de Bosnia-Herzegovina. Son la voz de una revuelta popular. Razón
aquí: las condiciones de vida de los ciudadanos bosnios y una situación económica
y social deplorable.
Estas manifestaciones marcan el inicio
de un despertar: el de la conciencia del conjunto ciudadano, sin connotaciones éticas.
El mayor temor de las autoridades es, efectivamente, que un día toda la población
del país se una para actuar con un fin común, poniendo en peligro los veinte años
de discursos nacionalistas que han permitido a la clase política mantenerse en
el poder.
El
gobierno ha pretendido hacer creer que habían sido manipulados; los
manifestantes aseguran que únicamente les ha llevado a movilizarse la situación
tan desesperada en la que se encuentran. Subrayan que las reacciones del jueves
y el viernes son la respuesta del pueblo frente a los arrestos y actos de
violencia excesiva con los que la policía embistió a los manifestantes, especialmente,
a los más jóvenes.
A
ldin Širanović,
creador del grupo de Facebook UDAR –“CHOQUE”– y
precursor de la manifestación en
Tuzla, fue arrestado el jueves y puesto en libertad esa misma tarde. Tras su
salida de prisión declaró haber sido agredido por la policía: “Cuando me
cogieron, me aporrearon la espalda y me dieron patadas en la cabeza. El
servicio especial de policía ha utilizado conmigo todos los medios que tenía a
su disposición”.
El presidente
del sindicato de la empresa Konjuh, Mevludin Trakić, detenido el miércoles
mientras se manifestaba, sentado y de manera pacífica, en el cruce que colinda
con el edificio del gobierno del cantón de Tuzla, también ha comentado los
actos perpetrados por la policía: “No opusimos resistencia a la policía. No habíamos
venido para actuar de forma vandálica. Después de cuatro años, exigimos el
reconocimiento de nuestros derechos, pero, créame, ayer nos sorprendieron al
esposarnos y ponernos bajo vigilancia de las fuerzas especiales. Fuimos puestos
en libertad esa misma tarde, a las 21.30h, pero tenemos una multa de 300 marcos
(unos 150 euros); le aseguro que no estamos en condiciones de poderla pagar con
los escasos 40 marcos mensuales
(20 euros) que tenemos para vivir. En estos últimos días, he visto jóvenes de
unos quince años abatidos por el servicio especial de policía. La policía ataca
a civiles desarmados, por lo que, si hace falta, nos armaremos. Lo repito, no
vinimos aquí para esto, pero si nos vemos obligados, lo haremos”.
La bancarrota de los bienes públicos.
Los
manifestantes acusan a las autoridades locales de haber permitido la quiebra de
numerosas empresas públicas tras la privatización que tuvo lugar entre el año
2000 y el 2008, dejando en situación de desempleo a muchos trabajadores. Después
de la Segunda Guerra Mundial, en pleno periodo “titista”, se desarrolló en
Tuzla un centro superior de industria y cultura. Entre 2000 y2010, las antiguas
empresas públicas que daban empleo a la mayoría de la población –cuyas
principales fábricas son Dita, Polihem (Hak), Guming, Konjuh y Aida– fueron vendidas a propietarios privados
persiguiendo que éstos invirtiesen y las hicieran rentables. En lugar de eso,
han vendido los activos, dejaron de pagar a los trabajadores y se declararon en quiebra. Las
privatizaciones de estas sociedades han sido puestas bajo el control de la agencia
cantonal para la privatización (1).
La empresa
de detergentes Dita dio empleo a 750 personas. Según el contrato de privatización
del 2007, el nuevo propietario de esta empresa se comprometía a mantener a
todos sus empleados durante tres años y la producción durante cinco. Sin
embargo, en los años venideros, la nueva dirección no ha mantenido esos
acuerdos ni ha asegurado el pago de las cotizaciones sociales obligatorias,
tales como la jubilación, la seguridad social o la baja laboral de sus
empleados. Hoy estos se ven
privados de todos sus derechos sociales. Les es imposible jubilarse, pues un
gran número de ellos no cuenta con el mínimo de años cotizados. Pese a la
realización de una encuesta por parte de la policía en 2010, la cual destapa
los actos criminales de la nueva dirección, el asunto continúa estancado en
Despacho del procurador del cantón de Tuzla. Después de dos años, los
trabajadores exigen el reconocimiento de sus derechos, pero las autoridades
permanecen mudas. El Primer Ministro del cantón se contenta con declarar que
este asunto no concierne al gobierno cantonal, La empresa, pues, estaba
privatizada de aquí en adelante.
Para la
población, los diferentes partidos que ostentan el poder no son los únicos
responsables. Los sindicatos corruptos han de ser, igualmente, castigados.
Dimisión de los gobiernos cantonales de
Tuzla y Zenica.
La
asociación FRONT pidió el viernes la dimisión inmediata del primer ministro,
Sead Čaušević, y del ministro del Interior del cantón de Tuzla, Zoran Teofilović,
debido a la “tentativa de crimen organizado contra los ciudadanos de Tuzla que
manifiestan y exigen sus derechos garantizados por la Constitución”. El primer
inistro del cantón de Tuzla dimitió
la tarde del viernes, arrastrando consigo la caída del gobierno del cantón. El
primer ministro del cantón de Zenica-Doboj, Munib Husejnagić, y su gobierno
presentaron, igualmente, su dimisión, esa misma tarde.
Para el
alcalde de Tuzla, Jasmin Imamović, las reivindicaciones de los trabajadores están
más que justificadas, pues representan la consecuencia de una privatización
criminal sobre sus empresas. Antes de la dimisión del Primer Ministro, Imamović
había pedido al gobierno del cantón recalcular el presupuesto con el fin de poder
conceder fondos económicos destinados al Estatuto de
los Trabajadores, privados estos de sus derechos.
Por su
parte, el ministro de la Seguridad Social de Bosnia-Herzegovina, Fahrudin Radončić,
exigió al Comité independiente para la selección y supervisión del trabajo del
comisario de policía del cantón de Tuzla realizar una encuesta para comprobar
los hechos que se le han reprochado a la policía de Tuzla durante la jornada
del miércoles.
Caos en Sarajevo
Sarajevo
es presa del caos. El viernes a las 14.30 horas, la policía cargó contra la
multitud, varios centenares de personas agrupadas entre Skenderija y la sede
del gobierno del cantón de Sarajevo. Algunos manifestantes optaron por lanzarse
al Miljacka, el río que atraviesa la capital bosnia, para escapar de las porras
de la policía.
“Desde que
terminó la guerra, nunca había vuelto a ver un edificio oficial ardiendo”, nos
cuenta Saša, uno de los manifestantes. Y lo dice fríamente, como si verificase
una verdad incuestionable. “Todo esto no va a cambiar nada. Esta protesta está
alimentada por los medios de comunicación, sedientos de sangre. Los
manifestantes están desesperados, pero la violencia que no lleva detrás una
idea, no va a ninguna parte”.
“Vaya
grupo de idiotas”, murmura un transeúnte. Son las 17.30h. En Sarajevo, los
contestatarios acaban de incendiar la sede de la Presidencia colegial del
Estado y la del gobierno federal. Las llamas devoran las paradas del tranvía en
Skenderija, donde, además, hay coches aparcados. “Vaya idiotas, de verdad. Han
quemado la presidencia, un edificio tan bonito… Esa gente no son más que vándalos,
salvajes. He visto con mis propios ojos cómo esos jóvenes lo rompen todo. He
visto cómo la policía pegaba a un heroinómano que acababa de robar un ordenador…
Esto no es la revolución, ¡es un pasatiempo de imbéciles!”
Nos
parecen lejanas aquellas jornadas de la bebolucija (2), cuando
el parlamento bosnio era ocupado, pacíficamente, por algunas familias con hijos…
La manifestación del viernes fue muy diferente: se veía, se sentía en la
actitud de la gente. Se trataba, más bien, de una manifestación de individuos.
De personas aisladas, desalentadas y sin esperanza alguna. Detrás de la
convocatoria no había ninguna ONG, ninguna organización sindical.
La Unión
de los sindicatos de Bosnia-Herzegovina asegura “comprender el enfado de los
trabajadores”. Pero mantiene las distancias. “No podemos ser solidarios con los
violentos, es inadmisible”. La multitud parece empujada por la frustración y la
desesperanza. Sin control. La policía está desbordada.
“Haría
falta actuar como los ucranianos. Esa gente tiene cojones. Los bosnios están
demasiado ocupados en beberse el cafecito”, exclama Zlatko, un joven
manifestante. La ironía y la desenvoltura de las grandes manifestaciones de
2013 han desaparecido.
En Sarajevo, la rabia es palpable, igual que la
indignación frente a la situación económica insostenible y a la pereza de una
clase política comparada con “parásitos”. « Naša Bosna je od Dinare do
Drine, vaša Bosna je od Baščaršije do Čengić-Vile » (“Nuestra Bosnia va desde los Alpes Dináricos
hasta el Drina; la vuestra, de Baščaršija à Čengić-Vila” (3) ) entonan
los manifestantes.
Durante
este tercer día de la “revuelta de Bosnia-Herzegovina”, han aparecido en escena
algunas declaraciones de orden político. En principio, sus reivindicaciones son
diferentes: los bosnios exigen que se respete su derecho al trabajo, así como
el fin de la corrupción y de los beneficios que únicamente se destinan para el
provecho de la clase política.
“Hace años
que esperaba una manifestación como ésta”, confiesa un manifestante que
sobrepasa los cincuenta años. El miércoles anterior, la violenta represión a
manos de la policía en Tuzla hizo comprender que la situación había dado un
giro radical. Si todo está perdido, la violencia se justifica con el fin de dar un derivativo a su propia
frustración. “Gracias a Dios, ese momento ya ha llegado”, exclama Maja, una
joven manifestante. “¡Por fin algo de movimiento! Sí, hay violencia, pero bajo
mi punto de vista, es mejor eso que la apatía que aplasta a este país”.
Por ahora,
la Oficina del Alto Representante de la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina no
se ha pronunciado respecto a estas revueltas y se conforma con declarar que “el
derecho de manifestarse y la libertad de expresión son, para los ciudadanos,
derechos fundamentales que deben ser ejercidos de manera pacífica y respectando
la ley”.
Notas:
(1) N. del T. Agencia
de Privatizaciones de la Federación de Bosnia y Herzegovina.
(2) N. del T.: Movimiento social nacido de las manifestaciones
que tuvieron lugar en Sarajevo en junio del pasado año, 2013.
(3) Estos dos últimos nombres pertenecen a diferentes barrios de
Sarajevo.
Eléonore
Loue-Feichter y Andrea Noni son
corresponsales de la web Le Courrier des Balkans en Tuzla
Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego
http://balkans.courriers.info/spip.php?page=dossier&id_article=15933
Los
bosnios no discuten hoy de identidades: es una guerra económica
Cuando
le preguntaban por la Revolución Francesa, Chu En Lai, primer ministro de la
República Popular China, supuestamente respondía: "Es demasiado pronto
para decir algo". Sin embargo, cuando se trata de las actuales protestas
en Bosnia-Herzegovina, no es demasiado pronto para decir que no se trata de
estallidos violentos sin sentido.
Recordemos
que las protestas comenzaron en Tuzla, centro industrial antaño de la Yugoslavia
de Tito, el 5 de febrero, el mismo día que se conmemoraba en Sarajevo un triste
aniversario, 20 años de la masacre del mercado Markale. Una granada, disparada
desde las posiciones serbias que rodeaban la ciudad, cayó sobre un mercado
atestado. Murieron 68 personas y 164 resultaron heridas.
La
semana pasada, un ejército de trabajadores empobrecidos se concentró frente al
edificio del gobierno regional del distrito de Tuzla. Exigieron sus salarios y
pensiones; básicamente, todo lo que les debe todavía el Estado y los nuevos
propietarios de las empresas. La agitación se ha convertido en el mayor
estallido de descontento que se haya visto en el país con el proceso de
privatización, una plaga que se ha extendido por todas las repúblicas de la
antigua Yugoslavia. Los que protestaban se apoderaron del edificio del gobierno
local. Llamaron a las fuerzas especiales y la ola de protesta se ha extendido a
otras ciudades del país.
Las
matanzas de Markale (hubo dos ataques al mercado, uno el 5 de febrero de 1994 y
otro más el 28 de agosto de 1995) son, junto al genocidio de Srebrenica, símbolos
de la tragedia de la guerra de Bosnia. Tuzla, junto a la ciudad
minero-industrial de Zenica, es símbolo de la destrucción económica del país.
La guerra y el juego sucio de la transición a la democracia están conectados en
muy diversos planos. Y esto no constituye una peculiaridad de
Bosnia-Herzegovina sino una historia demasiado familiar a lo largo y ancho de
toda la región.
A la
vista de la caída del Muro de Berlín y la urgente necesidad de transformar las
economías planificadas a la economía del libre mercado, la élite política de la
ex-Yugoslavia encontró una forma de convertir en odio étnico la creciente
insatisfacción social de finales de los 80 y principios de los 90.
Las élites
nacionalistas (anteriormente comunistas), de las cuales surgirían los futuros
"vencedores de la transición", precipitaron el derrumbe de
Yugoslavia. El proceso se inició cuando se rompieron las primeras hostilidades
y todavía seguía con fuerza cuando concluyeron las guerras de Croacia,
Bosnia-Herzegovina y Kosovo. Se transformó en la cuarta guerra yugoslava que,
aunque no declarada, no fue más humana que las demás: una guerra total contra
los pobres. Ahora lo que los pobres están diciendo es “basta ya”.
El
descontento en Tuzla es, por lo tanto, considerable. La forma en que juega la
etno-élite con "su propio pueblo", mientras afirma estar defendiéndolo
contra otro grupo étnico a cambio de un poder absoluto sobre las riquezas de
esa sociedad, es algo que debe cuestionarse. En lugar de discutir hasta el
infinito sobre identidades nacionales, la gente se hace ahora la pregunta de
verdad: ¿dónde está nuestro dinero?
Las élites
de la región están preocupadas y sus aliados occidentales se muestran todo
menos indiferentes. Las revoluciones tienen esta mala costumbre de saltar
fronteras. Por toda Bosnia se celebran "plenums" (asambleas), y los
opositores quieren substituir un sistema político disfuncional por una
democracia directa. Piden que se revise el proceso de privatización, así como
el desmantelamiento de toda la élite política. En respuesta a estas peticiones,
aviones no tripulados (“drones”) sobrevuelan a los manifestantes de Sarajevo.
El alto representante Valentin Inzko anuncia que la UE enviará tropas a Bosnia.
La última vez las tropas extranjeras vinieron a Bosnia a poner paz en el
conflicto étnico. Si vuelven de nuevo, será para reprimir la revolución.
En
Sarajevo, justo antes de la guerra, a no más de cincuenta metros del mercado de
Markale, en una oficina de Correos por la que pasaba yo todos los días, apareció
un día una pintada: "Esto es Serbia". Justo al día siguiente, añadió
alguien: "Esto es la oficina de Correos, imbécil". Con ello se dejaba
entrever mucho acerca de lo que pasaría después.
Una
pintada completamente distinta explica lo que hoy sucede en Bosnia. La verdad
de las protestas bosnias se encuentra en la escena de un edificio de Tuzla en
llamas, que iluminan una inscripción sobre el muro hecha por los que protestan:
"Muerte al nacionalismo".
Andrej Nikolaidis (1974),
escritor y periodista bosnio, nació y creció en Sarajevo en una familia de
origen greco-montenegrino. En 1992, al iniciarse la guerra en Bosnia, se mudó a
Ulcinj, en Montenegro, donde reside todavía. Activista contra la guerra y por
los derechos humanos, destacó desde los años 90 como articulista en
publicaciones montenegrinas, como el diario Vijesti y el semanario Monitor,
y bosnias, como el semanario Slobodna Bosna. También fue célebre su
controversia como Emir Kusturica a quien acusó de “ayudante del verdugo” y cómplice
de hacerle el juego a Milosevic. Como escritor de ficción, su primera novela Mimesis,
tuvo gran repercusión en buena parte de la antigua Yugoslavia. Desde 2009 es asesor
de Ranko Krivokapic, presidente del parlamento de Montenegro.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
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