jueves, 8 de noviembre de 2012

Obama, ¿Continuidad o fin del "sueño americano" construido con el marketing?

(IAR Noticias) 06-Noviembre-2012
Algunos lo calificaron como la "banalización" del Imperio. El montaje y la escenografía de la asunción presidencial en enero de 2009 recrearon el espectáculo hollywoodense hasta en sus últimos detalles. Vendida casi como un producto de la farándula durante la campaña electoral, la pareja negra presidencial bailó bajo las luces haciéndose arrumacos y leves insinuaciones sexuales producidas por el suave deslizamiento de las manos de la dama sobre la espalda del caballero. 
La escena no hubiera pasado de un montaje más de la farándula hollywoodense si los que bailaban no fueran el nuevo Presidente de EEUU y la Primera Dama. A tono con sus construcción mediática, Obama le puso a su juramento presidencial un estilo deslumbrante que combinó el espectáculo mediático con la biblia de Abraham Lincoln. 
En una etapa de decadencia imperial y vaciamiento de cerebro colectivo, los Obama tampoco desentonaron con sus fans, que rodeaban los espacios de Washington con el espíritu fiestero de un festival de Madonna. Adoradores de Luther King y recitadores arrepentidos de los pastores del poder negro, Obama y señora, se dieron el gusto de hacer sufrir al viejo establisment imperial blanco encabezado por ex presidentes jubilados que miraban la escena con ojos de resignación. Fue como un cuento de las Mil y una Noches: Terminado el show, el "presidente negro" debió entregar su ropa de fiesta y abocarse a la tarea para la que fue elegido: Habilitar los negocios del lobby económico-militar financiero de Wall Street  con la Casa Blanca.
Obama y Romney (un republicano presentado como un  troglodita por los estrategas de la campaña de reelección presidencial) llegan a la elección del 6 de noviembre de 2012 en un final cabeza a cabeza
 
Pero para saber que va a pasar más allá de los resultados, es importante saber que empezó, que puede terminar, o que puede recomenzar si Obama pierde o gana la compulsa electoral en el Imperio. Para saber lo que están votando ahora, hay que saber que votaron los estadounidenses en el 2008.
 
Según los expertos de Washington, en el 2008 (tras el desgaste de Bush) se necesitaba un negro, pero no tanto. Mitad negro, mitad blanco (padre negro de Kenia, madre blanca norteamericana de Kansas), para que no desatara el pánico entre el mayoritario electorado blanco conservador.
Había que recrear la mística del "nuevo sueño americano" y generar una nueva expectativa del reciclamiento  democrático del Imperio USA en la figura de un  "afroamericano" llegando a los máximos niveles de decisión de la Casa Blanca. "Somos tan democráticos, que hasta un negro nos puede gobernar", casi rezaban los eslóganes de campaña.
 
La "guerra contraterrorista", las ocupaciones imperiales a cara descubierta, la crisis económica USA-exportada a nivel global y la decadencia acentuada del "comandante" Bush pegaron fuerte: Desde el propio frente aliado europeo comenzó a hablarse de la "pérdida de influencia" del Imperio norteamericano.
 
Había que recomponer la unidad de comando y restaurar la desgastada imagen de EEUU potencia imperial.  Había que decirles a los agoreros del "final del Imperio": Pueden seguir creyendo en la solidez del sistema estadounidense. Sigan invirtiendo en dólares, bienvenidos a los bonos-refugio del Tesoro de EEUU. Somos como el Ave Fénix: Renacimos de nuestras propias cenizas, más democráticos que nunca y con un negro como presidente.   
Y Obama tenía lo que hay tener: Apariencia amable y tranquila, voz de negro "educado", ambicioso, advenedizo, sin equipo y sin experiencia de gestión empresarial estatal. Su perfil le acreditaba en la función para la que fue elegido: Firmar sin chistar los expedientes y resoluciones imperiales que le acerquen sus directores generales plantados a su lado por el lobby que controla el paquete accionario de la empresa  EEUU S.A.
 
A no confundirse: Obama no fue contratado para ejercer el poder real (de eso se encargan los directores operativos del lobby que controla la Casa Blanca) sino para desempeñarse como CEO (Director Ejecutivo)  de la "gran empresa" imperial USA, cuyo directorio accionario detenta no solamente la mayor concentración de dinero volátil y efectivo del planeta, sino que además se encarga de que el "sistema democrático" funcione como un reloj en todo el mundo globalizado, resguardado y custodiado  por sus bien equipados arsenales de armas nucleares y convencionales. 
 
En realidad, el tránsito de Bush a Obama, sólo definió una guerra interna por el control de la Casa Blanca y de los negocios derivados del mismo (tanto del presupuesto nacional como de las políticas de ocupación externas) entre un sector del lobby de poder (bancario -militarista) mimetizado dentro del Partido Republicano, y otro que actúa en el Partido Demócrata, que hoy controla al "presidente negro".
 
En términos concretos, con la llegada de Obama sólo se produjo un "cambio" a destacar en la Casa Blanca: Llegó el lobby bancario de Clinton y se marchó el lobby militarista de Bush. Lo demás es solo herencia de lo mismo. La continuidad de la misma política imperial (militarista y bancaria)  por otras vías.
 
Terminado el show, el "presidente negro" debió entregar su ropa de fiesta y abocarse a la tarea para la que fue elegido: Habilitar los negocios del lobby económico-financiero demócrata de Wall Street y firmar los cheques del Imperio. Que, para no desentonar con la crisis y con la decadencia USA, también vienen sin fondos.
La campaña marketinera para imponer el producto "Obama Presidente del Cambio" en el 2008 costó más de US$ 1000 millones, y luego los pulpos de Wall Street fueron por su recupero con creces en control de la Casa Blanca.
 
Los US$ 1000 millones no fueron nada frente al control de las decisiones de la Casa Blanca, del Tesoro, de la Reserva Federal, del Pentágono  y del Complejo Militar Industrial donde se decide y ejecuta el destino de los entonces  US$ 3,2 billones del presupuesto anual de EEUU.
Esos US$ 3,2 billones alimentaban (y siguen alimentado) un descomunal negocio capitalista "interno" del lobby de poder económico-militar donde intervienen armamentistas, petroleras, tecnológicas, laboratorios, empresas de servicios y de otros rubros vinculados a las políticas de ocupación y de expansión militar a escala global del Imperio estadounidense.
 
Los US$ 1000 millones invertidos en la fabricación del "fenómeno Obama", empalidecian frente al control de los más de US$ 700.000 millones del presupuesto armamentista anual de EEUU.
En cada una de las áreas donde se decidia (y decide)  el destino de los US$ 3,2 billones del presupuesto anual de EEUU, no controla el CEO Obama, sino los directores generales operativos del lobby  liderados por Hillary Clinton, Joe Biden, y con Bill Clinton comandando en las sombras a todos sus "muchachos" dentro del gabinete.  
 
Los US$ 1000 millones invertidos en el marketing de construcción de Obama fueron insignificantes frente al control del macro-negocio financiero con los "rescates"(bancarios, comerciales e industriales) que solamente en el curso de 2008 (año del inicio de la crisis) y 2009 superaron la descomunal cifra de US$ 5 billones.
 
Desde el Tesoro y la Reserva Federal, se desprenden todas las líneas de decisión y ejecución del macro-negocio financiero de los bancos y entidades financieras (sobre todos de los integrantes del sistema privado de la Fed) con deuda emitida por el Estado norteamericano. Un negocio que se incrementó en grados notables con los "rescates estatales" a bancos y empresas quebradas por la crisis financiera-recesiva.
 
Para apreciar la magnitud de este negocio del lobby que controla la Casa Blanca, con el mismísimo Estado USA, baste citar que en el 2008 y y en el2009 los (fondos) acumulados y los proyectados destinados al rescate superaron los US$ 3 billones, el equivalente del presupuesto anual de EEUU.
 
Desde el sector de Defensa (y posibilitado por la relación comercial Pentágono-contratistas del Complejo Militar Industrial, se desprenden todas las líneas de decisión y ejecución del macro-negocio con el armamentismo y la infraestructura operativa de las ocupaciones (como Irak y Afganistány las acciones en Libia y Siria)  y bases militares norteamericanas (se calculan en casi 1000) diseminadas por el planeta.
 
Sobre la base de un presupuesto actual de más de US$ 800.000 millones (destinado al sector de Defensa) este macronegocio hegemonizado por el lobby armamentista del complejo militar industrial abarca desde la venta de armas y de tecnología de punta, hasta la construcción de infraestructura y de prestación de servicios privados a las bases militares y  fuerzas de ocupación.  
 
Obama no tenía (ni tiene) que pensar ni ejecutar (para eso está el lobby), sólo tiene que ejercitar mediáticamente su rol de "presidente negro" preocupado por desarrollar la nueva imagen "humanista y solidaria" de un Imperio armamentista  que paradojalmente se presentaba como a punto de decirle "adiós a la armas".
 
Durante la campaña del 2008, Obama -en los términos del nuevo marketing discuursivo-  tenía por misión demostrar que el Imperio estadounidense ya no generaba  guerreros militares (del tipo de los que bombardean "terroristas" con música de Wagner de fondo) sino "apóstoles de la paz" que, de ahora en más, iban a adornar con palomas blancas y frases de Luther King a los miles de bombarderos, buques y  submarinos nucleares estadounidenses  que apuntan hacia los cuatro puntos cardinales del planeta tierra.
Y tomando la sugerencias marketineras de Obama, las casi mil bases militares norteamericanas que rodean como un anillo de muerte las áreas de recursos estratégicos del planeta (energía, agua, alimentos y biodiversidad) ya no iban a funcionar con órdenes castrenses sino con máximas del Mathama Gandi.
 
Y a lo mejor (si hubiera prosperado el marketing 2009 del CEO Obama), los 50 bancos y empresas transnacionales imperialistas que cotizan en el índice Dow Jones de Wall Street, iban dejar dejar de controlar gobiernos y de depredar los países a escala planetaria, para dedicarse a las filantropía y a la solidaridad.
 
Pero el "sueño americano" de Obama no dio para tanto.
Como lo fue Clinton, como lo fue Bush, Barack Obama, más allá de sus discursos "progresistas", resultó sólo la pieza ejecutora de intereses estratégicos metidos en un tablero global (el poder imperial USA ) que excede las voluntades personales de los eventuales gerentes de turno en la Casa Blanca.
 
Claramente, y como ya lo reconocen los propios analistas del sistema, Obama  tuvo un antes (las promesas en el discurso electoral) y un después (la ejecución práctica de las políticas del Estado imperial USA).
En el antes, acompañado de una prolija plataforma publicitaria desarrollada a nivel masivo y planetario, Obama impuso un discurso mediático destinado a hacer creer a las mayorías mundiales que la primera potencia capitalista, empantanada en Irak y Afganistán, con su sistema financiero pulverizado por la crisis y por una recesión económica de efectos imprevisibles, se podía recrear así misma generando nuevas expectativas y cambios estratégicos de política (imperial) a nivel mundial.
 
Los estrategas publicitarios de Obama diseñaron su imagen y su "futura gestión" como si fuera la contracara de Bush: La politica de Estado ya no sería construida sobre la base de la doctrina militar unilateralista (las invasiones preventivas de Bush), sino sobre los ejes de la democracia multilateralista y la negociación diplomática (la negociación diplomática en sustitución de la acción armada).
 
La tesis discursiva deslumbró, a tal punto, que algunos analistas llegaron a especular con un Estado imperial norteamericano convertido en un "hermano mayor justo y solidario" de todas las naciones del mundo. Así como Lincoln abolió la esclavitud, a Obama (en el discurso) le estaba reservado el rol de abolir el Estado Imperial capitalista y reconvertirlo en un Estado capitalista "humanizado" y solidario.     
 
En el después, tras su asunción el 20 de enero de 2009, el discurso (como en el cuento de la Cenicienta) desapareció y dejó lugar a la realidad (que siempre había estado en el mismo lugar).
Los mismos  que (por "izquierda" y por "derecha") vendieron a Obama como la contracara de Bush, hoy coinciden en el dictamen: Obama es lo mismo que Bush.
¿Y porqué Obama es lo mismo que Bush? Obviamente, porque hace lo mismo que Bush: Defiende y aplica la "guerra contraterrorista" en todos su niveles, mantiene las ocupaciones armadas en Irak y Afganistán, inavadio Libia, esta haciendo lo mismo en Siria por otras vías,  se prepara para nuevas acciones militares imperiales contra el "eje del mal" en Medio Oriente, Asia y África, y aplica las recetas ortodoxas del capitalismo depredador a nivel planetario y dentro de las fronteras de EEUU.
 
¿Quién cambió? ¿Obama, o los que en el 2008 edificaron el mito mediático de Obama más allá de la realidad del Imperio?
La realidad puso las cosas en su lugar, y también  para entender qué empezó con Obama, primero había que entender qué empezó con Bush.
Con una aclaración, la política exterior y la política interna de EEUU (los niveles de decisión estratégica) no la dirigen los presidentes o los partidos sino el establishment económico-financiero que controla la Casa Blanca y el Congreso a través de sus "lobbies" y operadores que actúan sobre los partidos, los legisladores, los funcionarios y condicionan las decisiones presidenciales.  
 
En resumen, los que ahora descubren que Obama es "igual que Bush" están fomentado otro mito alienante orientado a poner la "persona" (Obama) por encima del "sistema" que determina sus acciones más allá del discurso mediático.
Obama no fue ni es lo mismo que Bush, pero sí es la pieza  que sustituyó históricamente a Bush en el engranaje estratégico del Imperio capitalista hegemónico cuyas líneas matrices siguen funcionando, sin ninguna alteración, más allá de los eventuales gerentes que ocupen la Casa Blanca.

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica.

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