Algunos lo calificaron como la
"banalización" del Imperio. El montaje y la escenografía de la asunción
presidencial en enero de 2009 recrearon el espectáculo hollywoodense hasta en
sus últimos detalles. Vendida casi como un producto de la farándula durante la
campaña electoral, la pareja negra presidencial bailó bajo las luces haciéndose
arrumacos y leves insinuaciones sexuales producidas por el suave deslizamiento
de las manos de la dama sobre la espalda del caballero.
La escena no hubiera
pasado de un montaje más de la farándula hollywoodense si los que bailaban no
fueran el nuevo Presidente de EEUU y la Primera Dama. A tono con sus
construcción mediática, Obama le puso a su juramento presidencial un estilo
deslumbrante que combinó el espectáculo mediático con la biblia de Abraham
Lincoln.
En una etapa de decadencia imperial y vaciamiento de cerebro colectivo,
los Obama tampoco desentonaron con sus fans, que rodeaban los espacios de
Washington con el espíritu fiestero de un festival de Madonna. Adoradores de
Luther King y recitadores arrepentidos de los pastores del poder negro, Obama y
señora, se dieron el gusto de hacer sufrir al viejo establisment imperial blanco
encabezado por ex presidentes jubilados que miraban la escena con ojos de
resignación. Fue como un cuento de las Mil y una Noches: Terminado el show, el
"presidente negro" debió entregar su ropa de fiesta y abocarse a la tarea para
la que fue elegido: Habilitar los negocios del lobby económico-militar
financiero de Wall Street con la Casa Blanca.
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Obama y Romney (un republicano
presentado como un troglodita por los estrategas de la campaña de
reelección presidencial) llegan a la elección del 6 de noviembre de 2012 en un
final cabeza a cabeza.
Pero para saber que va a pasar más
allá de los resultados, es importante saber que empezó, que puede terminar, o
que puede recomenzar si Obama pierde o gana la compulsa electoral en el
Imperio. Para saber lo que están votando ahora, hay que saber que votaron los
estadounidenses en el 2008.
Según los expertos de Washington, en
el 2008 (tras el desgaste de Bush) se necesitaba un negro, pero no tanto.
Mitad negro, mitad blanco (padre negro de Kenia, madre blanca norteamericana de
Kansas), para que no desatara el pánico entre el mayoritario electorado blanco
conservador.
Había que recrear la mística del
"nuevo sueño americano" y generar una nueva expectativa del reciclamiento
democrático del Imperio USA en la figura de un "afroamericano" llegando a los
máximos niveles de decisión de la Casa Blanca. "Somos tan democráticos, que
hasta un negro nos puede gobernar", casi rezaban los eslóganes de campaña.
La "guerra contraterrorista", las
ocupaciones imperiales a cara descubierta, la crisis económica USA-exportada a
nivel global y la decadencia acentuada del "comandante" Bush pegaron fuerte:
Desde el propio frente aliado europeo comenzó a hablarse de la "pérdida de
influencia" del Imperio norteamericano.
Había que recomponer la unidad de
comando y restaurar la desgastada imagen de EEUU potencia imperial.
Había que decirles a los agoreros del "final del Imperio": Pueden seguir
creyendo en la solidez del sistema estadounidense. Sigan invirtiendo en dólares,
bienvenidos a los bonos-refugio del Tesoro de EEUU. Somos como el Ave Fénix:
Renacimos de nuestras propias cenizas, más democráticos que nunca y con un negro
como presidente.
Y Obama tenía lo que hay tener:
Apariencia amable y tranquila, voz de negro "educado", ambicioso, advenedizo,
sin equipo y sin experiencia de gestión empresarial estatal. Su perfil le
acreditaba en la función para la que fue elegido: Firmar sin chistar los
expedientes y resoluciones imperiales que le acerquen sus directores
generales plantados a su lado por el lobby que controla el paquete
accionario de la empresa EEUU S.A.
A no confundirse: Obama no fue
contratado para ejercer el poder real (de eso se encargan los directores
operativos del lobby que controla la Casa Blanca) sino para desempeñarse
como CEO (Director Ejecutivo) de la "gran empresa" imperial USA,
cuyo directorio accionario detenta no solamente la mayor concentración de dinero
volátil y efectivo del planeta, sino que además se encarga de que el "sistema
democrático" funcione como un reloj en todo el mundo globalizado, resguardado y
custodiado por sus bien equipados arsenales de armas nucleares y
convencionales.
En realidad, el tránsito de Bush a
Obama, sólo definió una guerra interna por el control de la Casa Blanca y de
los negocios derivados del mismo (tanto del presupuesto nacional como de las
políticas de ocupación externas) entre un sector del lobby de poder (bancario
-militarista) mimetizado
dentro del Partido Republicano, y otro que actúa en el Partido
Demócrata, que hoy controla al "presidente negro".
En términos concretos, con la llegada
de Obama sólo se produjo un "cambio" a destacar en la Casa Blanca: Llegó el
lobby bancario de Clinton y se marchó el lobby militarista de Bush. Lo demás
es solo herencia de lo mismo. La continuidad de la misma política imperial
(militarista y bancaria) por otras vías.
Terminado el show, el "presidente
negro" debió entregar su ropa de fiesta y abocarse a la tarea para la que fue
elegido: Habilitar los negocios del lobby económico-financiero demócrata de Wall
Street y firmar los cheques del Imperio. Que, para no desentonar con la crisis y
con la decadencia USA, también vienen sin fondos.
La campaña marketinera para imponer
el producto "Obama Presidente del Cambio" en el 2008 costó más de US$
1000 millones, y luego los pulpos de Wall Street fueron por su recupero con
creces en control de la Casa Blanca.
Los US$ 1000 millones no fueron nada
frente al control de las decisiones de la Casa Blanca, del Tesoro, de la
Reserva Federal, del Pentágono y del Complejo Militar Industrial donde se
decide y ejecuta el destino de los entonces US$ 3,2 billones del
presupuesto anual de EEUU.
Esos US$ 3,2 billones alimentaban (y
siguen alimentado) un descomunal negocio capitalista "interno" del lobby
de poder económico-militar donde intervienen armamentistas, petroleras,
tecnológicas, laboratorios, empresas de servicios y de otros rubros vinculados a
las políticas de ocupación y de expansión militar a escala global del Imperio
estadounidense.
Los US$ 1000 millones invertidos en
la fabricación del "fenómeno Obama", empalidecian frente al control de
los más de US$ 700.000 millones del presupuesto armamentista anual de EEUU.
En cada una de las áreas donde se
decidia (y decide) el destino de los US$ 3,2 billones del presupuesto
anual de EEUU, no controla el CEO Obama, sino los directores generales
operativos del lobby liderados por Hillary Clinton, Joe Biden, y con Bill
Clinton comandando en las sombras a todos sus "muchachos" dentro del gabinete.
Los US$ 1000 millones invertidos en
el marketing de construcción de Obama fueron insignificantes frente al control
del macro-negocio financiero con los "rescates"(bancarios, comerciales e
industriales) que solamente en el curso de 2008 (año del inicio de la crisis) y
2009 superaron la descomunal cifra de US$ 5 billones.
Desde el Tesoro y la Reserva Federal,
se desprenden todas las líneas de decisión y ejecución del macro-negocio
financiero de los bancos y entidades financieras (sobre todos de los
integrantes del sistema privado de la Fed) con deuda emitida por el Estado
norteamericano. Un negocio que se incrementó en grados notables con los
"rescates estatales" a bancos y empresas quebradas por la crisis
financiera-recesiva.
Para apreciar la magnitud de este
negocio del lobby que controla la Casa Blanca, con el mismísimo Estado USA, baste citar que en el 2008 y
y en el2009 los (fondos) acumulados y los proyectados destinados al
rescate superaron los US$ 3 billones, el equivalente del presupuesto anual de
EEUU.
Desde el sector de Defensa (y
posibilitado por la relación comercial Pentágono-contratistas del Complejo
Militar Industrial, se desprenden todas las líneas de decisión y ejecución del
macro-negocio con el armamentismo y la infraestructura operativa de las
ocupaciones (como Irak y Afganistány las acciones en Libia y Siria) y bases militares norteamericanas (se
calculan en casi 1000) diseminadas por el planeta.
Sobre la base de un presupuesto
actual de más de US$ 800.000 millones (destinado al sector de Defensa) este
macronegocio hegemonizado por el lobby armamentista del complejo militar
industrial abarca desde la venta de armas y de tecnología de punta, hasta la
construcción de infraestructura y de prestación de servicios privados a las
bases militares y fuerzas de ocupación.
Obama no tenía (ni tiene)
que
pensar ni ejecutar (para eso está el lobby), sólo tiene que ejercitar
mediáticamente su rol de "presidente negro" preocupado por desarrollar
la nueva
imagen "humanista y solidaria" de un Imperio armamentista que
paradojalmente se presentaba como a punto de decirle "adiós a la armas".
Durante la campaña del 2008, Obama
-en los términos del nuevo marketing discuursivo- tenía por misión demostrar que
el Imperio estadounidense ya no generaba guerreros militares (del tipo de los
que bombardean "terroristas" con música de Wagner de fondo) sino "apóstoles
de la paz" que, de ahora en más, iban a adornar con palomas blancas y frases
de Luther King a los miles de bombarderos, buques y submarinos nucleares
estadounidenses que apuntan hacia los cuatro puntos cardinales del planeta
tierra.
Y tomando la sugerencias marketineras
de Obama, las casi mil bases
militares norteamericanas que rodean como un anillo de muerte las áreas de
recursos estratégicos del planeta (energía, agua, alimentos y biodiversidad) ya
no iban a funcionar con órdenes castrenses sino con máximas del Mathama Gandi.
Y a lo mejor (si hubiera prosperado
el marketing 2009 del CEO Obama), los 50 bancos y empresas transnacionales
imperialistas que cotizan en el índice Dow Jones de Wall Street, iban
dejar dejar de controlar gobiernos y de depredar los países a escala planetaria,
para dedicarse a las filantropía y a la solidaridad.
Pero el "sueño americano" de Obama no
dio para tanto.
Como lo fue Clinton, como lo fue Bush,
Barack Obama, más allá de sus discursos "progresistas", resultó sólo la pieza
ejecutora de intereses estratégicos metidos en un tablero global (el poder
imperial USA ) que excede las voluntades personales de los eventuales
gerentes de turno en la Casa Blanca.
Claramente, y como ya lo reconocen
los propios analistas del sistema, Obama tuvo un antes (las promesas en
el discurso electoral) y un después (la ejecución práctica de las
políticas del Estado imperial USA).
En el antes, acompañado de una
prolija plataforma publicitaria desarrollada a nivel masivo y planetario, Obama
impuso un discurso mediático destinado a hacer creer a las mayorías mundiales
que la primera potencia capitalista, empantanada en Irak y Afganistán, con su
sistema financiero pulverizado por la crisis y por una recesión económica de
efectos imprevisibles, se podía recrear así misma generando nuevas
expectativas y cambios estratégicos de política (imperial) a nivel mundial.
Los estrategas publicitarios de Obama
diseñaron su imagen y su "futura gestión" como si fuera la contracara de Bush:
La politica de Estado ya no sería construida sobre la base de la doctrina
militar unilateralista (las invasiones preventivas de Bush), sino sobre los
ejes de la democracia multilateralista y la negociación diplomática (la
negociación diplomática en sustitución de la acción armada).
La tesis discursiva deslumbró,
a tal punto, que algunos analistas llegaron a especular con un Estado imperial
norteamericano convertido en un "hermano mayor justo y solidario" de
todas las naciones del mundo. Así como Lincoln abolió la esclavitud, a Obama (en
el discurso) le estaba reservado el rol de abolir el Estado Imperial capitalista
y reconvertirlo en un Estado capitalista "humanizado" y solidario.
En el después, tras su
asunción el 20 de enero de 2009, el discurso (como en el cuento de la
Cenicienta) desapareció y dejó lugar a la realidad (que siempre había estado en
el mismo lugar).
Los mismos que (por "izquierda" y
por "derecha") vendieron a Obama como la contracara de Bush, hoy coinciden en el
dictamen: Obama es lo mismo que Bush.
¿Y porqué Obama es lo mismo que Bush?
Obviamente, porque hace lo mismo que Bush: Defiende y aplica la "guerra
contraterrorista" en todos su niveles, mantiene las ocupaciones armadas en
Irak y Afganistán, inavadio Libia, esta haciendo lo mismo en Siria por otras
vías, se prepara para nuevas acciones militares imperiales contra el
"eje del mal" en Medio Oriente, Asia y África, y aplica las recetas ortodoxas
del capitalismo depredador a nivel planetario y dentro de las fronteras de EEUU.
¿Quién cambió? ¿Obama, o los que en
el 2008 edificaron el mito mediático de Obama más allá de la realidad del
Imperio?
La realidad puso las cosas en su
lugar, y también para entender qué empezó con Obama, primero había que
entender qué empezó con Bush.
Con una aclaración, la política
exterior y la política interna de EEUU (los niveles de decisión estratégica) no
la dirigen los presidentes o los partidos sino el establishment
económico-financiero que controla la Casa Blanca y el Congreso a través de
sus "lobbies" y operadores que actúan sobre los partidos, los legisladores, los
funcionarios y condicionan las decisiones presidenciales.
En resumen, los que ahora descubren
que Obama es "igual que Bush" están fomentado otro mito alienante
orientado a poner la "persona" (Obama) por encima del "sistema" que determina
sus acciones más allá del discurso mediático.
Obama no fue ni es lo mismo que Bush,
pero sí es la pieza que sustituyó históricamente a Bush en el engranaje
estratégico del Imperio capitalista hegemónico cuyas líneas matrices siguen
funcionando, sin ninguna alteración, más allá de los eventuales gerentes que
ocupen la Casa Blanca.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica.