martes, 26 de marzo de 2013

2003-2013: La resistencia iraquí, la “guerra sucia” de Estados Unidos y la remodelación de Oriente Próximo

2003-2013: La resistencia iraquí, la “guerra sucia” de Estados Unidos y la remodelación de Oriente Próximo

Hawijah 01
La catastrófica devastación que padece actualmente Iraq arrolla todo lo demás. Teniendo en cuenta los hechos sobre el terreno resulta difícil recuperar la visión imperialista de convertir a Iraq en un ejemplo de la democracia patrocinada por Estados Unidos y en un modelo de la remodelación de Oriente Próximo por parte de Estados Unidos. A fin de cuentas, Iraq iba a ser un caso que sentara jurisprudencia de la demostración de poder preeminente de Estados Unidos. Aquella visión imperialista está en ruinas y se ha reafirmado el nacionalismo iraquí.

Índice:
1. La decadencia del Imperio Estadounidense
2. La guerra de Iraq fue ilegal según el derecho internacional
3. Las verdaderas razones del gobierno de Bush para invadir Iraq y ocupar el país
4. Las dramáticas consecuencias de la “democracia floreciente” para la nación y el pueblo de Iraq.

La historia de Iraq se ha convertido en el relato del fracaso total de los objetivos estadounidenses originales y de la inesperada consecuencia del ascenso de un persistente movimiento nacional de resistencia iraquí que al mismo tiempo que decae el poder estadounidense ha demostrado mucha más capacidad de resistencia de la que nadie podía imaginar.

1. La decadencia del Imperio Estadounidense
El 18 de marzo de 2003 el grupo Economists Allied for Arms Reduction [Economistas Unidos para la Reducción de Armamento] (ECAAR) preparó una declaración en contra de las iniciativas unilaterales a favor de la guerra en Iraq que suscribieron más de 200 economistas estadounidenses, incluyendo siete premios Nobel y dos expresidentes del Consejo de Asesores Económicos. El texto de la declaración se publicó en un anuncio del Wall Street Journal.
Presentamos algunos extractos de la declaración:
Como economistas estadounidenses nos oponemos a las iniciativas unilaterales a favor de la guerra en Iraq, que consideramos innecesaria y perjudicial para la seguridad y economía de Estados Unidos y de toda la comunidad mundial.
[…] Nos preguntamos si la guerra beneficiará a la seguridad y no aumentará el riesgo de futura inestabilidad y de terrorismo. Vemos claramente una tragedia humana inmediata y la devastación de la guerra, y también vemos un potencial daño económico grave tanto para nuestra nación como para el mundo.
[…] La posibilidad de la guerra amenaza los mercados financiero y energético estadounidenses, así como otros mercados. Y el más amplio compromiso del gobierno con el ejército impedirá la recuperación del sector energético en vez de hacer que avance, al quitar los recursos de las aplicaciones civiles.
[…] Tememos que la guerra haga aumentar de manera significativa las tasas de interés y el precio del petróleo. De ser así o si continúa el actual declive del dólar, el efecto de ello podría ser desencadenar una importante reducción del consumo en Estados Unidos, que arrolle el gasto militar añadido.
[…] Los presupuestos familiares se verán gravemente afectados. La fiebre de la guerra en Washington está bloqueando los esfuerzos de compartir los ingresos entre los Estados, la principal manera que tiene el gobierno federal de evitar una calamidad estatal y local, y también está bloqueando los esfuerzos adecuados de apoyar la seguridad nacional. En este clima tampoco podemos esperar afrontar nuestros más amplios y continuos problemas de atención sanitaria, educación, desempleo y pobreza, todos los cuales continúan siendo urgentes preocupaciones en nuestro país.
[…] No creemos que la guerra sea necesaria para la seguridad nacional de Estados Unidos. Se necesita una economía sana para la seguridad de Estados Unidos y para un desarrollo económico mundial pacífico.
La declaración esboza un cuadro minuciosamente adecuado de lo que iba a ocurrir: esta guerra ha sumido a Estados Unidos y al resto del mundo en una crisis económica y ha demostrado claramente los límites del poder estadounidense. La resistencia iraquí a la ocupación es en parte responsable de la decadencia de Estados Unidos, tal como esta predijo en 2004: Los inmovilizaremos aquí, en Iraq, para agotar sus recursos, su personal y sus ganas de luchar. Les haremos gastar tanto como han robado, si no más. Interrumpiremos el flujo de nuestro petróleo robado y luego lo detendremos, con lo que haremos que sus planes sean inútiles. [1]
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel y uno de los firmantes de la declaración, calculó el coste de la guerra de Iraq, incluyendo muchos costes ocultos, en su libro de 2008 The Three Trillion Dollar War [2] . Esta es la conclusión a la que llega:
“No existe lo que se llama una comida gratis y no existe lo que se llama una guerra sin coste. La aventura de Iraq ha debilitado gravemente la economía estadounidense, cuyas tribulaciones van mucho más allá de entidades de préstamo hipotecario débiles. No se pueden gastar tres billones de dólares (sí, tres billones de dólares) en una guerra fallida en el extranjero y no sentir el dolor en casa”.[3]
Stiglitz enumera lo que hubiera podido pagar uno solo de estos tres billones: 8 millones de viviendas, o 15 millones de profesores de la escuela pública, o atención sanitaria para 530 millones de niños durante un año, o becas universitarias para 43 millones de alumnos. Tres billones de dólares hubieran podido solucionar el problema de la seguridad social de Estados Unidos durante medio siglo. Stiglitz afirma que Estados Unidos está gastando actualmente 5.000 millones de dólares al año en África, con la preocupación de que China le está aventajando en este continente: “Cinco mil millones de dólares equivale aproximadamente a 10 días de lucha, así que uno tiene una nueva medida para pensar todo”. [4]

Y la situación está empeorando. “Mientras Estados Unidos pone fin al combate en Iraq, resulta que nuestro cálculo de tres billones (en los que se incluyen tanto los gastos del gobierno como el más amplio impacto de la guerra en la economía estadounidense) era, en todo caso, demasiado bajo. Por ejemplo, el coste del diagnóstico, tratamiento e indemnización de los veteranos inválidos ha resultado ser más alto del que esperábamos”, escribía Joseph Stiglitz el 3 de septiembre de 2010 en el Washington Post [5].

Las consecuencias para la región de Oriente Próximo son aún más dramáticas. Un informe publicado por Strategic Foresight Group en India en un libro titulado El coste del conflicto en Oriente Próximo [ The Cost of Conflict in the Middle East] calcula que el conflicto en la zona durante los últimos 20 años ha costado a las naciones y pueblos de la región 12 billones de dólares. Este informe indio añade que Oriente Próximo ha registrado “un elevado índice de gastos militares en los últimos 20 años y se considera que es la región con más armas del mundo”.[6] Imaginen si esta cantidad se hubiera gastado en infraestructuras rurales y urbanas, diques y reservas de agua, plantas de desalinización e irrigación, industria forestal y pesquera, industria y agricultura, medicina y salud pública, vivienda y tecnología de la información, empleos, integración equitativa de ciudades y pueblos, y en reparar los estragos de las guerras en vez de en armas que solo pueden crear destrucción.

2. La guerra de Iraq fue ilegal según el derecho internacional

En el periodo previo a la invasión de Iraq en 2003 se ofrecieron varias razones para justificar la invasión, sin embargo:
A) No había armas de destrucción masiva, ya fueran nucleares, químicas o biológicas, a diferencia de las vacías afirmaciones del secretario de Estado estadounidense Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de la ONU en febrero de 2003 [7], acusaciones que después calificó del “momento más bajo de mi vida” [8].

B) No existía ninguna relación con los terroristas de al-Qaeda.
C) Por último, se afirmó que la guerra traería la “democracia” a Iraq, un ejemplo para todo Oriente Próximo. Había que expulsar al “dictador” Saddam. Tony Blair todavía esgrimió esta justificación en la Comisión Chilcot como la principal razón para invadir Iraq. [9]

Así que no había ninguna “prueba conclusiva del crimen”, no había casus belli. Fue una guerra ilegal de agresión que no contaba con la aprobación del Consejo de Seguridad [de la ONU]. La invasión no se podía justificar con el Capítulo 7 de la Carta de la ONU y calificarse de autodefensa porque Iraq no había atacado a Estados Unidos ni suponía una amenaza. No había justificación para esta llamada “guerra preventiva”. Destacadas personalidades internacionales, altos cargos y juristas lo han afirmado muy claramente. El exsecretario general de la ONU Kofi Annan [10] y el director de la Comisión de Inspección de Armas de la ONU Hans Blix [11] han declarado abiertamente que la invasión de Iraq fue ilegal según el derecho internacional. Más recientemente el informe de la Comisión Holandesa Davids [12] concluía que no hubo “un mandato legal internacional adecuado para la invasión de Iraq”.

El exdirector de la IAEA (siglas en inglés de Agencia Internacional de la Energía Atómica) Mohamed ElBaradei afirmó: “Por supuesto, existen dictadores, pero ¿estás dispuesto a sacrificar a un millón de civiles inocentes cada vez que quieres librarte de un dictador? Todos los indicios procedentes de la Comisión Chilcot señalan que de lo que se trataba en Iraq no era realmente de las armas de destrucción masiva sino de un cambio de régimen, y sigo haciendo la misma pregunta: ¿dónde contempla este cambio de régimen el derecho internacional? Y si se trata de una violación del derecho internacional, ¿quién es responsable de ello?”. Y ElBaradei añadía: “Desde mi punto de vista, la política occidental con relación a esta parte del mundo ha sido un fracaso total. No se ha basado en el diálogo, la comprensión, el apoyo a la sociedad civil y en dar poder a la gente, sino que se ha basado en apoyar regímenes autoritarios mientras bombeara el petróleo”. [13]
Benjamin Ferencz, un reconocido fiscal del Proceso de Nuremberg, afirma: “Existen indicios razonables de que Estados Unidos es culpable del supremo crimen contra la humanidad, ya que se trató de una guerra ilegal de agresión contra una nación soberana”. Entrevistado en su casa de Nueva York, Ferencz expuso un sencillo resumen del caso: “La Carta de la ONU cuenta con una provisión que Estados Unidos aceptó de hecho tras la Segunda Guerra Mundial. Esta afirma que en adelante ninguna nación puede utilizar la fuerza armada sin permiso del Consejo de Seguridad de la ONU. Se puede usar la fuerza con relación a la autodefensa, pero un país no puede utilizar la fuerza como anticipación de autodefensa. Por lo que se refiere a Iraq, la última resolución del Consejo de Seguridad básicamente afirmaba, ‘Enviad a los inspectores de armas a Iraq y cuando vuelvan que nos digan que han encontrado; entonces pensaremos qué vamos a hacer. Estados Unidos estaba impaciente y decidió invadir Iraq lo que, por supuesto, se había preparado de antemano. Así que Estados Unidos emprendió la guerra en violación de la Carta”.[14]

El Tribunal Militar Internacional de Nuremberg tras la Segunda Guerra Mundial calificó el hecho de emprender una guerra de agresión de “algo malo en esencia […]; emprender una guerra de agresión […] no solo es un crimen internacional, sino que es el supremo crimen internacional que solo difiere de otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado del conjunto”. El Artículo 39 de la Carta de la ONU estipula que el Consejo de Seguridad de la ONU determinará la existencia de cualquier acto de agresión y “hará recomendaciones o decidirá qué medidas se tienen que adoptar de acuerdo con los Artículos 41 y 42 para mantener o restaurar la paz y seguridad internacionales”.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional se refiere al crimen de agresión como uno de “los crímenes más graves que afectan a la comunidad internacional” y estipula que este crimen entra dentro de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI).[15]

La agresión a Iraq no fue simplemente inmoral sino que fue totalmente ilegal.
Desde la firma del Tratado de Westphalia en 1648 [16] hasta 1945, año en que se creó la ONU, los Estados soberanos en Occidente tenían derecho a declarar la guerra. Existían ciertos límites establecidos por ellos mismos acerca de cómo se debía llevar a cabo la guerra, pero nunca se puso en entredicho el derecho en sí.

Precisamente porque este principio llevó finalmente a la Segunda Guerra Mundial y a todos los dramas asociados a ella, el organismo mundial decidió prohibir la guerra, es decir, que no se permite a un Estado atacar a otro, únicamente se le permite para defenderse a sí mismo.
Iraq no había atacado a Estados Unidos cuando este le invadió. Y si lo hubiera hecho, el único organismo autorizado según el derecho internacional a responder a este acto de agresión es la ONU. Además, la ONU no puede emprender una guerra en sí, sino que está autorizada a intervenir pero solo utilizando medios que sean proporcionales al fin y de forma provisional. [17]

Este principio es el principio fundamental de policentrismo: un sistema global en el que se pueden respetar los derechos fundamentales de las naciones y de los pueblos. Y es precisamente este principio el que se ha rechazado tajantemente en el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (Project for the New American Century, PNAC) [18]. Por desgracia, este rechazo da lugar a comparaciones desafortunadas, nos gusten o no, ya que la última persona que rechazó tajantemente la idea de que las relaciones internacionales se deben regular por medio de la ley fue un hombre llamado Adolf Hitler. Como el PNAC, empezó dejando clara su postura por escrito en Mi lucha antes de llevarla a la práctica. Así que a lo que estamos asistiendo hoy es a una repetición de este modelo: primero se niega teóricamente el derecho internacional y a continuación se lleva a la práctica esta teoría. Es una secuencia de acontecimientos extremadamente peligrosa.

Es un crimen que no se puede aceptar. Recordemos el debate sobre la guerra de Iraq que tuvo lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU cuando el ministro de Asuntos Exteriores francés Dominique de Villepin [19] insistió en que se debía respetar la ley y en que, por consiguiente, dado que no había habido ningún acto de agresión, no se podía emprender una guerra contra Iraq en las circunstancias que existían entonces. La respuesta de Colin Powell fue decirle a Villepin que pertenecía al pasado. Pero Powell se equivocaba: Villepin pertenece al presente y al futuro, y es Colin Powell quien pertenece al pasado, al mundo anterior a 1945, el mundo que generó a Hitler. La postura de Estados Unidos es lo que está haciendo retroceder a la historia. Así que ahora nos encontramos ante una pregunta política fundamental: ¿Queremos que el mundo se rija por la ausencia de normas, como ocurrió en el pasado, o queremos que el mundo se rija por normas?[20]

Por supuesto, estas normas se pueden cambiar y adaptar, y puede que haya que reformar las instituciones encargadas de hacer que se cumplan. Pero el punto central que se debate hoy es el principio fundamental de si tenemos reglas. ¿Queremos que exista el derecho internacional o queremos que la pax americana se convierta en la lex americana, esto es, un mundo en el que no hay leyes excepto aquellas que acepta Estados Unidos? De ser así, esto implica el total desprecio por los derechos de todos los pueblos del planeta. Y todos nosotros, incluidos los y las europeas, nos encontraremos con que nos hemos convertido en pieles rojas. Tendremos derecho a sobrevivir solo en el caso de que no entremos en conflicto con los llamados “intereses estadounidenses” los cuales, en mi opinión, no son los intereses del pueblo estadounidense sino los de una minoría de corporaciones económicas dominantes. Esta es la elección política fundamental a la que nos enfrentamos hoy en día. [21]

3. Las verdaderas razones del gobierno de Bush para invadir Iraq y ocupar el país

Christopher Doran hace este pertinente análisis en su excelente libro Making the World Safe for Capitalism. How Iraq Threatened the US Economic Empire and had to be Destroyed [Convertir el mundo en un lugar seguro para el capitalismo. Cómo amenazaba Iraq al imperio económico estadounidense y tenía que ser destruido], editado por Pluto Books el 8 de mayo de 2012:
La motivación de la invasión encabezada por Estados Unidos y de la subsiguiente ocupación de Iraq en marzo de 2003 era eliminar la amenaza que suponía para la hegemonía económica estadounidense el Iraq posterior a las sanciones impuestas por la ONU. Esta hegemonía, enraizada en la deuda del Tercer Mundo y en el acceso del mercado corporativo, ha visto fluir billones de dólares desde el Tercer Mundo al Primero vía el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y los acuerdos de libre comercio. Un Iraq independiente, libre de desarrollar sus propios recursos petroleros sin obstáculo alguno, habría tenido la capacidad de desafiar la financiación de la economía estadounidense con pretrodólares de Arabia Saudí y de desafiar directamente la capacidad del Estado saudí de servir a los intereses estadounidenses a través de su estatus dominante de productor de petróleo.
¿Qué ha dado Estados Unidos a los iraquíes? El neoliberalismo de Milton Friedman. En Capitalismo y libertad (1962) Friedman ponía de relieve las tres piedras angulares de la política neoliberal:
1. Los gobiernos deben eliminar todas aquellas leyes que se interpongan en el camino de la acumulación de beneficios.
2. Los gobiernos deben vender todos los activos que posean y que las corporaciones puedan dirigir en su propio beneficio.
3. Los gobiernos deben reducir drásticamente la financiación de los programas sociales.
Se pueden resumir como desregulación, privatización de entidades públicas y recortes de los servicios de los gobiernos. Este modelo se ha impuesto en Iraq de una manera muy extrema y brutal.
El auge del neoliberalismo a nivel estadounidense e internacional ha coincidido con el auge de Estados Unidos como potencia militar dominante mundial. Ambas cosas están relacionadas directamente. El columnista del New York Times y defensor de la globalización del libre mercado Thomas Friedman lo resume perfectamente:
“[ …] La mano oculta del mercado nunca funcionará sin el puño oculto. McDonalds no puede prosperar sin McDonnel Douglas [el constructor de los F-15]. Y el puño oculto que hace que el mundo sea un lugar seguro para que prosperen las tecnologías del Silicon Valley se llama ejército estadounidense, las fuerzas aéreas, la fuerza naval y el cuerpo de marines”.
Estados Unidos es responsable de que los países más pobres del mundo se vean atrapados en un círculo sin fin de pobreza, con muy poco dinero para invertir en la educación, la atención sanitaria, el suministro de agua potable segura y de comida básica, y la protección de los recursos nacionales y medioambientales cruciales. Los servicios públicos deben estar sujetos ahora a la ley neoliberal del beneficio. Si una corporación no puede proporcionar el servicio para su propio beneficio, este, en consecuencia, no es realmente necesario.

El punto central es preservar el sistema y garantizar que con independencia de si el país es una democracia representativa o una dictadura, la toma de decisiones se quita de las manos del gobierno y en vez de ello el gobierno está en deuda con el Banco Mundial, el FMI, la OMC y los acuerdos de libre comercio.

Estados Unidos ha creado un imperio global en el que se da dos opciones a los países: conformidad o ser destruido. A los países que ya son ricos con esta conformidad se les permite recoger las recompensas, como es el caso de Europa, Japón, Australia, Canadá y las dictaduras árabes productoras de petróleo en Oriente Próximo. Los países que se resisten serán potencialmente destruidos, como Iraq, Chile, Libia y otros muchos. Para la mayoría de los países del planeta no hay recompensas, solo penalidades. Estados Unidos no posee el ejército mayor y más poderoso del mundo para exhibirlo sino que existe para mantener el sistema, hacer a los ricos más ricos haciendo a los pobres más pobres, y para estar disponible cuando un país no solo resiste sino que potencialmente puede obstaculizar los mismos cimientos sobre los que depende el sistema.

En vez de tratar de impedir el embargo de petróleo en 1973 y el subsiguiente impacto del precio del petróleo o reinar en Israel en la guerra de Yom Kippur, Nixon y Kissinger manipularon la crisis para fortalecer el dominio estadounidense. Kissinger fue quien negoció los acuerdos secretos para garantizar que el aumento de los ingresos saudíes por el petroleo resultante de ello fuera a dar a bancos estadounidenses y británicos. Al gobierno estadounidense no le preocupaba que la población estadounidense y del resto del mundo sufriera enormemente debido a este incremento. Lo que era importante es que todos los países del mundo tuvieran que cuadruplicar sus reservas de dólares para comprar petróleo, lo que tuvo un efecto particularmente benéficos sobre el valor del dólar. De hecho, el dólar se encontraba sometido a una fuerte presión debido a la guerra de Vietnam, que costó una enorme cantidad de dinero y en realidad se volvió impagable. Esa es la razón por la cual Estados Unidos decidió en 1971 abandonar el patrón oro para vincular el valor del dólar al del petróleo. Dado que Arabia Saudí es el único país productor de petróleo capaz de influir en los precios del petróleo, la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudí es de vital importancia para Estados Unidos.

Esta es la razón por la que Iraq no solo tuvo que ser invadido militarmente sino también destruido completamente, porque se alzaba de forma completamente contraria a este modelo neoliberal del Banco Mundial y el FMI. Como uno de los principales países productores de petróleo, se benefició de la manipulación por parte de Estados Unidos de la crisis de 1973 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la subsiguiente cuadruplicación del precio del petróleo. Pero a diferencia de Arabia Saudí, se negó rotundamente a enviar sus beneficios del petróleo a Estados Unidos a cambio de la protección de este país y del estatus de Estado cliente. En vez de ello, invirtió sus ingresos por el petróleo en su propio desarrollo y, lo que es de crucial importancia, defendió que otros países árabes productores de petróleo hicieran lo mismo. La cuestión del desarrollo y el nacionalismo árabe fueron cruciales. Empezando por la revolución de Iraq de 1958 y el derrocamiento de la monarquía títere instalada por los británicos, y siguiendo con los baathistas, la sociedad iraquí había asistido a espectaculares mejoras en la alfabetización y la creación de una educación gratuita para todos y todas. Se introdujo la reforma agraria para reducir la influencia de las amplias elites propietarias de tierras creadas bajo el dominio británico. Se estableció el control de la renta y de los precios de la comida, y se redujeron, se empezó un programa de viviendas a gran escala y se reconocieron formalmente los sindicatos y asociaciones de agricultores. También se estableció un sistema sanitario nacional gratuito. A finales de la década de 1970 se consideraba que la educación en Iraq era la mejor del mundo árabe. Los baathistas también establecieron el derecho de la mujer a hacer una carrera y a participar en la vida pública y en la víspera de la guerra irano-iraquí en 1980 las mujeres tenían una amplia representación en muchas profesiones.

Pero ya fuera durante el primer gobierno Bush (1989-92), durante la presidencia de Clinton (1993-2000), o durante el gobierno Bush-Cheney (2001-2008), el objetivo de las sanciones era quitar a Sadam Husein del poder porque un renaciente Iraq posterior a las sanciones amenazaba la propia viabilidad de la hegemonía estadounidense y su crucial relación con Arabia Saudí, y con ello la capacidad de Estados Unidos para extender su influencia a otros Estados árabes de la región. Para 2002 las sanciones no habían logrado eliminar a Sadam Husein. También estaban cerca de agotar su eficacia como estrategia para contener a Iraq debido a la creciente protesta internacional por el devastador efecto que tenían sobre el pueblo iraquí y en especial sobre los niños. Este fracasó llevó a Estados Unidos a pasar al siguiente nivel: una invasión militar y un cambio de régimen.

La víspera de la invasión se calculaba que Iraq tenía las mayores reservas demostradas de petróleo, aparte de Arabia Saudí: más de 112.000 millones de barriles o el 11% del total mundial. Además, el Departamento de Energía de Estados Unidos calculaba que Iraq tenía hasta 220.000 millones de barriles en reservas no descubiertas, lo que hacía que el potencial total de Iraq equivaliera a 98 años de importaciones estadounidenses anuales. Ambas cifras serían equivalentes a los 260.000 millones de barriles de Arabia Saudí de reservas totales y también lo situaba en una posición similar ya que se consideraba que los saudíes tenían suministro suficiente para influenciar de manera decisiva el precio mundial del petróleo. [22] El petróleo de Iraq también es el de acceso más barato del mundo: 1 dólar por barril para sacarlo de la tierra, en comparación con los 4 dólares del mar del Norte y Rusia o los 3 del resto de Oriente Próximo. [23]

En la década de 1990 Francia y Rusia habían firmado acuerdos con Iraq en relación a su petróleo para el momento posterior a las sanciones. De haberse podido cumplir estos acuerdos, Total/Fina/Elf habrían tenido los derechos exclusivos para desarrollar las regiones de Majnoon y Bin Umar, valoradas en 7.000 millones de dólares. Un consorcio ruso dirigido por LukOil tenía los derechos exclusivos para desarrollar los campos de petróleo de West Qurna en el sur de Iraq, que se calculaba producían 70 millones de barriles, aproximadamente la mitad de las reservas iraquíes. La compañía australiana BHP también había estado negociando con el gobierno de Sadam Husein para desarrollar el campo de Halfayeh después de las sanciones. El valor de la suma total de esos contratos a largo plazo se calculaba en 1.100 millones de dólares.

Así pues, Estados Unidos quedó al margen de cualquier futuro acceso a desarrollar las segundas reservas de petróleo del mundo. Esto explica por qué mantuvo las sanciones con independencia de lo que Iraq hubiera hecho para cumplirlas. Poner fin a las sanciones hubiera significado que Estados Unidos perdía el acceso al petróleo iraquí así que mientras tanto se aseguró que nadie tuviera acceso a él. Esto fue una de las principales bazas en las negociaciones a medida que se acercaba la invasión ya que Estados Unidos presionó (sin éxito) a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU Rusia y Francia para que apoyaran la acción militar en Iraq. Además de esto hubo otras consideraciones de mercado aparte del petróleo. Antes de la Primera Guerra del Golfo Iraq había demostrado ser un lucrativo mercado de exportación para otros productos estadounidenses, particularmente productos agrícolas. Por ejemplo, en la década de 1980 Estados Unidos exportaba a Iraq el 20% de su cosecha de arroz.

Iraq también era problemático por su economía de control y mando socializado. A pesar de las sanciones, Iraq era un acérrimo Estado antiliberal, se negaba rotundamente a ser un Estado cliente de Estados Unidos, y había cerrado a los inversores corporativos, estadounidenses o de otros lugares, la participación en cualquiera de sus mercados posteriores a las sanciones: agricultura, sanidad, educación, industria, etc. Esto impedía al capital estadounidense u occidental poseer directamente o invertir en industria iraquíes. Como se sabe por experiencias previas, restringir (y ya no digamos excluir) sus mercados a las corporaciones estadounidenses hubiera sido una razón suficiente para que Estados Unidos emprendiera acciones decisivas.

Pero todavía hay más. Richard Benson, analista de Citibank y Chase Manhattan, resume de forma muy clara lo que estaba en juego: “En el mundo real […] un factor sobre el que se sostiene la prosperidad estadounidense es mantener el dólar como moneda de reserva mundial. Esto solo se puede hacer si los países productores de petróleo mantienen los precios del petróleo en dólares y toda su reserva de moneda en dólares. Si hubo algo que cavara la fosa de Sadam Husein fue el paso que dio para empezar a vender el petróleo en euros”. Esta decisión obligó a Estados Unidos a pasar al siguiente nivel: una invasión militar y un cambio de régimen.

También a Israel estaba interesado en la decisión de invadir y destruir Iraq. Basta con mencionar parte de la conferencia que pronunció el exministro israelí de Seguridad Avi Dichter acerca del papel israelí en Iraq: “En Iraq hemos logrado más de lo que esperábamos o planeábamos”.
La conferencia se pronunció el 4 de septiembre de 2008 en el Instituto de Investigación sobre la Seguridad Nacional Israelí. Dichter incluyó los siguientes puntos en su conferencia:
* Neutralizar Iraq es de una importancia estratégica extrema para la seguridad sionista,
* Iraq fue aplastado como potencia militar y país unido, y nuestra opción estratégica es ahora mantenerlo fragmentado,
* Nuestro objetivo estratégico sigue siendo impedir que Iraq vuelva a desempeñar su papel árabe y regional,
* Los objetivos israelíes incluyen apoyar a los kurdos con armas, adiestramiento y acuerdos de seguridad para fundar un Estado kurdo independiente en el norte de Iraq que controle el petróleo en Kirkuk y el Kurdistán. [24]
Jacques R. Pauwels, historiador y polítologo, autor de El mito de la guerra buena: Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial*, ofrece otra razón para invadir Iraq:
“ El Estados Unidos de riqueza y privilegio está enganchado a la guerra, sin unas dosis regulares y cada vez mayores de guerra ya no puede funcionar adecuadamente, esto es, producir los beneficios deseados. Actualmente esta adicción, este ansia, se está satisfaciendo gracias a un conflicto contra Iraq, que además da la casualidad de que resulta muy grato a los barones del petróleo. Sin embargo, ¿acaso alguien cree que el belicismo se detendrá una vez que el cuero cabelludo de Saddam se una a los turbantes de los talibán en la vitrina de los trofeos de George W. Bush? El presidente ya ha señalado con el dedo a aquellos cuyo turno llegará en seguida, a saber, los países del “eje del mal”: Irán, Siria, Libia, Somalia, Corea del Norte y, por supuesto, la vieja espina en América: Cuba. ¡Bienvenidos al siglo XXI, bienvenidos a la magnífica nueva era de la guerra permanente!
Algunos expertos afirman que en realidad las guerras son perjudiciales para la economía estadounidense. Esto es correcto en parte, pero también falso en parte. Todo depende de qué economía estemos hablando, de la economía de quién. Para la economía del estadounidense medio la guerra de Iraq es claramente una catástrofe, porque él es quien pagará su descomunal factura, con su dinero, pero también con su sangre ya que es también el estadounidense ordinario (y preferentemente negro y/o hispánico) 
quien suministrará la carne de cañón y quien está expuesto al “fuego amigo”, al cancerígeno uranio empobrecido y a otros riesgos asociados al manejo de algunas de las armas más exóticas del arsenal del Pentágono, como ya fue el caso durante la Guerra del Golfo. Los hijos de los ricos y poderosos se quedan a salvo en casa: ¿acaso no es esto lo que hizo el joven George W. Bush en la época de la guerra de Vietnam? Para el complejo militaro-industrial, para la economía de los Bush, Cheney, Rice, Rumsfeld, etc., para la economía de los trust del petróleo y de los fabricantes de armas, para la economía de los estadounidenses ricos que poseen acciones en estos trust y corporaciones esta guerra, como las guerras en general, no es sino algo verdaderamente maravilloso porque se embolsarán los beneficios que generan las guerras tan profusamente como la muerte y la destrucción que padecerán otros. Con lo que mejor funciona su economía es con la guerra, su “economía de guerra” no puede funcionar sin la guerra. Por eso Bush debe seguir encontrando nuevos enemigos para Estados Unidos, debe seguir invocando nuevas amenazas y seguir emprendiendo la guerra. Si alguna vez estallara la paz en el mundo esto no sería sino una catástrofe para el Estados Unidos de Bush”. [25]

4. Las dramáticas consecuencias de la “democracia floreciente” para la nación y el pueblo de Iraq.

La guerra del contribuyente estadounidense no solo ha arruinado la economía estadounidense y sumido al mundo en una crisis económica, sino que también ha arruinado a una nación soberana que no quería formar parte del “Nuevo orden mundial”. La dramática situación sobre el terreno en Iraq contrasta enormemente con los ecos positivos acerca de los “progresos en Iraq” que publican los medios dominantes. Con el fin de imponer las ideas estadounidense de la guerra en Iraq el departamento de Defensa pagó entre 2009 y 2011 hasta 300 millones de dólares a contratistas privados estadounidenses en Iraq para que elaboraran noticias, programas de entretenimiento y anuncios de servicios públicos en los medios iraquíes en un esfuerzo por “comprometer e inspirar” a la población iraquí para que apoyara los objetivos estadounidenses y al gobierno iraquí [26]. “Los periodistas tiene que examinar dónde está la línea divisoria entre las relaciones públicas y la propaganda o si existe una línea. El coste de este año del Presupuesto de Relaciones Públicas del Pentágono de “ganar los corazones y las mentes” en casa y en el extranjero se espera que sea de al menos 4.700 millones de dólares”, informó en 2009 la Fundación Nieman para el Periodismo de la Universidad de Harvard [27]. Se supone que el público no debe conocer las horribles historias de Iraq y solo se le proporciona información sesgada procedente de la maquinaria de guerra estadounidense y de su aparato mediático. “Es esencial para el éxito del nuevo gobierno iraquí y de las fuerzas estadounidense y la misión en Iraq que ambos se comuniquen de manera efectiva con nuestras audiencias estratégicas (esto es, las audiencias iraquíes, panárabes, internacional, y fuerzas estadounidenses y fuerzas estadounidenses) para lograr una aceptación generalizada de los temas y mensajes fundamentales”, según el anuncio de preconvocatoria de un equipo de 12 contratistas civiles para proporcionar “servicios estratégicos de gestión de comunicación” en Iraq. [28]

El Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, António Guterres, ha señalado que Iraq es el conflicto mejor conocido del mundo, pero la crisis humanitaria peor conocida [29]. Examinemos, pues, más de cerca algunos de los devastadores “resultados” de la guerra y ocupación de Iraq, lo que la elite estadounidense califica de “democracia floreciente”:
Más de 1,45 millones de muertos. La cifra es impactante y elocuente. Es al menos diez veces mayor que la mayoría de los cálculos citados por los medios estadounidenses, aunque se basa en un estudio científico sobre las muertes violentas causadas por la invasión encabezada por Estados Unidos de marzo de 2003 [30].

La tasa de mortalidad infantil de Iraq ha aumentado un 150 % desde 1990, cuando la ONU impuso las sanciones.

En 2008, solo el 50 % de los niños de educación primaria iban a la escuela, lo que supone un descenso respecto al 80 % en 2005.
Según estadísticas oficiales del gobierno iraquí, en 2007 había 5 millones de huérfanos en Iraq [31].
Según cifras del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, actualmente hay 2,7 millones de iraquíes desplazados internos y 2,2 millones de refugiados, la mayoría de ellos en los Estados vecinos. Uno de cada seis iraquíes es desplazado. La Sociedad del Creciente Rojo Iraquí calcula que más del 83 % de los desplazados dentro de Iraq son mujeres y niños, la mayoría de los niños menores de 12 años [32].

Más de ocho millones de iraquíes necesita ayuda humanitaria. [33]
El 70 % de los iraquíes no tiene acceso a agua potable. La cifra oficial del paro es del 50 % y la no oficial del 70 %. El 43 % de los iraquíes vive en la mayor de las miserias. 4 millones de personas carecen de comidan y necesitan imperiosamente ayuda humanitaria directa. El 80 % de los iraquíes carece de condiciones higiénicas [34].

Solo el 60% de los 4 millones de personas que depende de la ayuda alimenticia tiene acceso a las raciones del Sistema de Distribución Pública, una cifra inferior al 96% en 2004 [35].
Iraq no tiene dinero para pagar las subvenciones de las viudas, a las cosechas y otros programas para los pobres, señaló el 21 de noviembre de 2010 a los legisladores el presidente del Parlamento, que recaudó cerca de 180.000 dólares en 9 meses en una de las naciones más ricas en petroleo del mundo. [36]

Según un informe de Minority Rights Group International [37] varias de las minorías de Iraq (caldeos, siriacos ortodoxos, asirios, cristianos armenio, comunidades yazidi y mendea) están en peligro de desaparecer ya que se enfrentan a unos niveles de violencia sin precedentes.
Según un informe dirigido por Oxfam, el 33 % de las mujeres no había recibido ayuda humanitaria desde 2003, el 76 % de las viudas no cobraba la pensión, el 52 % estaba en paro, el 55 % habían sido desplazadas desde 2003 y el 55 % habían padecido violencia. [38]

Años de guerra e inestabilidad han provocado entre uno y dos millones de hogares cuyo cabeza de familia es una mujer en Iraq: mujeres viudas, divorciadas, separadas o que cuidan a sus maridos enfermos. Solo un 2% de estas mujeres cabeza de familia tiene empleo regular y un 98% está en paro, jubilada, hace pequeños trabajos o no puede o no desea trabajar, según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por sus siglas en inglés) [39].

El asesinato de personas inocentes se ha vuelto parte de la vida cotidiana.
En 2010 el Informe Mercer sobre Calidad de Vida [40] publicó sus resultados sobre “la ciudad más habitable”. Bagdad ocupaba el último lugar, la ciudad menos habitable del planeta debido a la destrucción total por parte del ejército estadounidense del sistema de plantas de tratamiento de aguas residuales, de fábricas, escuelas, hospitales, museos y centrales eléctricas de Iraq. [41]

La agencia de la ONU UN-HABITAT publicó un informe de 218 páginas titulado Estado de las ciudades del mundo, 2010-2011 . [42] En las dos últimas décadas, antes de la invasión estadounidense en 2003, el porcentaje de población urbana que vivía en barrios de chabolas era inferior al 20 %. Hoy este porcentaje ha ascendido al 53 %: 11 millones del total de 19 millones de habitantes urbanos. En la última década la mayoría de los países han hecho progresos para reducir la cantidad de personas que habitan en barrios de chabolas, pero Iraq ha ido rápida y peligrosamente en la dirección contraria. [43]

El Índice de Paz Global (GPI, por sus siglas en inglés) publicado en 2007 clasifica anualmente los países según el nivel de paz identificando elementos que generen paz o violencia. Desde 2007 Iraq es considerado el país más peligros del mundo. En su informe de 2011, de 153 Iraq era el penúltimo por delante de Somalia. [44]

El Reputation Institute’s 2011 Country RepTrak , un estudio anual que mide la percepción pública de 50 países del mundo, situaba a Iraq en el último lugar. [45] Según el estudio, la ocupación del país ha provocado una corrupción y un compinchero galopantes en las instituciones del gobierno, unos suministros de agua y electricidad insuficientes, mucho peores que bajo el régimen del expresidente Sadam Husein. El estudio confirmó que el fraude financiero generalizado en las agencias del gobierno ha dañado gravemente el nivel de vida del pueblo iraquí, la mitad del cual vive por debajo del umbral de pobreza, según estadísticas de la ONU. [46]

Las autoridades iraquíes han empezado a construir un muro de seguridad en torno a la capital Bagdad, según informa el canal de televisión del país Al-Iraqiya TV citando al portavoz de seguridad de Bagdad. El muro de cemento con ocho checkpoints se debía haber terminado para mediados de 2011.[47] Por consiguiente, no solo los habitantes de Bagdad se ven obligados a vivir en comunidades cerradas (con barreras de “seguridad” de cemento entre distritos diferentes), sino que toda la ciudad estará cercada, cerrada al mundo exterior como una fortaleza medieval.
Amnistía Internacional calcula que en Iraq hay 30.000 personas presas sin haber sido juzgadas. Diez mil de ellas fueron transferidas de la custodia estadounidense cuando sus tropas de combate acabaron algunas operaciones en Iraq. Se sabe que varias personas presas han muerto en prisión, al parecer como consecuencia de la tortura u otro tipo de maltrato por parte de los interrogadores y guardianes iraquíes, que regularmente se niegan a confirmar la detención o el lugar de detención a los familiares de los detenido. [48] Muchos presos permanecen en cárceles secretas. Human Rights Watch recopiló información acerca de tres cárceles dirigidas por la Brigada Bagdad y el Servicio Antiterrorista. Las tres estaban en Bagdad: la cárcel Muthanna del aeropuerto, Camp Justice en Kadhimiya y Camp Honor en la Zona Verde. [49] El gobierno ha tratado de negar que estas tres cárceles estuvieran bajo control de Maliki. “Ocho años después de la invasión estadounidense, la vida en Iraq en realidad está empeorando para las mujeres y las minorías, mientras que los periodistas y las personas detenidas se enfrentan a violaciones significativas de sus derechos”, afirmó Joe Stork, vice director de Oriente Próximo de Human Rights Watch en 21 de febrero de 2011. [50]

Amnistía Internacional publicó su informe anual el 28 de mayo de 2011. Estas son sus conclusiones: “Las fuerzas de seguridad iraquíes y los soldados estadounidenses cometieron graves violaciones de derechos humanos: se detuvo a miles de personas sin acusación o juicio, incluyendo a algunas que permanecieron en prisión durante años. […] La tortura y otros malos tratos a las personas presas fueron endémicas. […] Los tribunales dictaminaron sentencias de muerte después de juicios injustos y se ha informado de que al menos 1.300 presos estaban en espera de que se ejecutara la pena de muerte”. [51]

Según las cifras publicadas el 22 de enero de 2008 por la Agencia para los Refugiados de la ONU (UNHCR, por sus siglas en inglés), los refugiados iraquíes en Siria padecían unos niveles extremos de trauma, mucho mayores que los de otros refugiados de otros conflictos recientes en cualquier otra parte del mundo. Las cifras revelaban que el 89.5 % padecía depresión, el 81.6 % ansiedad y el 67.6 % Síndrome de Estés Postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés). [52] Una de cada cinco de las personas registradas en la UNHCR desde enero de 2007 (más de 19.000 personas) estaba registradas como “víctima de la tortura y/o la violencia” en Iraq. El 77% de los iraquíes refugiados afirmó haber sido víctima de bombardeos o de ataques con misiles. El 80% había sido testigo de un tiroteo, el 68% había sufrido interrogatorios o acoso por parte de las milicias u otros grupos, incluyendo el recibir amenazas de muerte, mientras que el 16% había sido torturado, el 72% fue testigo de un coche bomba y el 75% conocía a alguna persona que había muerto. El informe ponía de relieve las muchas formas de tortura que han padecido los refugiados iraquíes, incluyendo golpes, electroshock, colocar objetos bajo las uñas, quemaduras y violación. [53] Los informes de la UNHCR en 2009 señalaban que el 20% de las personas desplazadas internas (IDP, por sus siglas en inglés ) y el 5% de los refugiados retornados informaban de niños desaparecidos, lo que se podría atribuir a la violencia general en la que se incluyen los secuestros, el reclutamiento forzado, etc. [55]

En noviembre de 2009 se calculaba la población total de personas desplazadas internas en 2.76 millones o 467.517 familias. [56] Si el 20% de estas familias informaba de niños desaparecidos, un simple cálculo indica que han desaparecido más de 93.500 niños de familias desplazadas internas. Además, muchas comunidades informaron de la desaparición de algún miembro de la familia (el 30% de las IDP, el 30% de las IDP retornadas, el 27% de los refugiados retornados), lo que indica que habían desaparecido por haber sido secuestradas o detenidas, y que no sabían qué había pasado con sus familiares desaparecidos. [57] Paul Henri Arni, del Comité Internacional de la Cruz Roja, afirmaba que después de tres conflictos en Iraq (una guerra con Irán en la década de 1980, la primera Guerra del Golfo en 1991 y la operación dirigida por Estados Unidos en 2003), el país probablemente se enfrenta a la mayor cantidad de personas desaparecidas del mundo [58]: más de un millón, según datos de la ONU [59]. Desde la guerra de 2003 en Iraq decenas de miles de personas buscan a sus familiares. Se cree que la mayoría de las personas desaparecidas está muerta. Pero incluso aquellas personas cuyos cuerpos se han encontrado, no siempre se identifican rápidamente: el 25 de mayo de 2009, el Dr. Munjid Salah al‐Deen, director de la morgue central de Bagdad, declaró al New York Times que solo entre 2006 y 2008 su personal había trabajando para identificar 28.000 cuerpos [60].

Cuando el administrador de la antigua Autoridad Provisional de la Coalición (CPA, por sus siglas en inglés) Paul Bremer III abandonó Bagdad tras la llamada “transferencia de soberanía” en junio de 2004, dejó tras de sí las 100 órdenes que él había promulgado como jefe de las autoridades de la ocupación en Iraq. Estas 100 órdenes convirtieron a Iraq en un paraíso gigante del libre mercado, pero en una pesadilla infernal para los iraquíes. Colonizaron el país para el capital: saqueo a la mayor de las escalas, un laboratorio del capitalismo salvaje, armas de destrucción masiva. Los iraquíes no tenían papel alguno en la planificación ni obtuvieron subcontratos para compartir los beneficios. Las nuevas leyes económicas instituyeron unos impuestos bajos, los inversores extranjeros poseían el 100% de los activos iraquíes, el derecho a expropiar todos los beneficios, ninguna restricción a las importaciones, y contratos y arrendamientos a largo plazo de 30-40 años, con lo que se desposeyó a los iraquíes de sus propios recursos, de manera que ningún gobierno futuro lo pudiera cambiar, escribe Stephen Lendman[61]. Entre ellas estaba la Orden 81 sobre “Patentes, diseño industrial, información no revelada, circuitos integrados y variedad de plantas”. Durante generaciones los pequeños agricultores iraquíes habían trabajado con un sistema de suministro de semillas informal y no regulado. Durante mucho tiempo la base de la práctica agrícola había sido el guardar las semillas y la libre innovación con el intercambio de materiales de cultivo entre las comunidades agrícolas. Esto pertenece ahora a la historia. El CPA ha declarado ilegal que los agricultores iraquíes reutilicen las semillas cosechadas de nuevas variedades registradas según la ley. [62]

La destrucción generada por la guerra de la infraestructura militar e industrial ha liberado metales pesados y otras sustancias peligrosas en el aire, el suelo y el agua subterránea. Debido al daño provocado a las infraestructuras, los lugares donde se depositan residuos médicos y municipales han acumulado el riesgo de provocar epidemias. Existe la fuerte sospecha de que la contaminación por uranio empobrecido y otras contaminaciones relacionadas con el armamento son la causa del fuerte aumento de defectos congénitos de nacimiento y de los casos de cáncer en Iraq[63] así como de haber convertido el país en inhabitable. El bajo nivel del agua en los lagos y ríos anunciaron el desastre de los sistemas de tratamiento de aguas residuales y el simultáneo envenenamiento del agua con lo que la hacía no adecuada para consumo humano y animal. El suministro de agua de los ríos Tigris y Eúfrates ha disminuido drásticamente, lo que afecta las fértiles tierras agrícolas y a los suministros de aguas subterráneas que se han reducido sin que haya indicios de recuperación. En consecuencia, la sequía se ha convertido en un problema nacional [64]. “La pobreza generalizada, el estancamiento económico, la falta de oportunidades, la degradación medioambiental y una ausencia de servicios básicos constituyen unas violaciones ‘silenciosas’ de derechos humanos que afectan a amplios sectores de la población”, concluía un informe de la ONU publicado el 8 de agosto de 2011. [65]

Un informe de Transparencia Internacional afirma que la corrupción en Iraq probablemente se convertirá en “el mayor escándalo de corrupción de la historia” [66]. Y mientras Estados Unidos se retira de Iraq, deja tras de sí cientos de proyectos abandonados o a medio terminar. Las autoridades de la ocupación y sus agentes y trabajadores han robado o derrochado cantidades descomunales de fondos. Algunos ejemplos: la decisión del gobierno estadounidense de apropiarse todos los activos y fondos iraquíes en todo el mundo por valor de 13.000 millones de dólares; la confiscación de fondos iraquíes en Estados Unidos (3.000 millones de dólares); la transferencia forzada de una cuenta iraquí del banco suizo UBS a bancos estadounidenses; las autoridades de ocupación se apropiaron de los fondos acumulados del Programa Petróleo por Alimentos (hasta marzo de 2003, unos 21.000 millones de dólares); en las primeras semanas de la ocupación los soldados estadounidenses se apropiaron y recaudaron en edificios especiales del gobierno en Bagdad de unos 6.000 millones de dólares así como de 4.000 millones del Banco Central y de otros bancos iraquíes; apropiación de 2.000 millones de dolares de fondos iraquíes en bancos árabes y de otros países (las reservas de emergencia nacional)… ¿Adónde fueron todos estos fondos? En vez de establecer una cuenta en el Banco Central Iraquí para depositar tanto estos fondos como los de la exportación del petróleo, las autoridades de ocupación la establecieron (“Fondo de Desarrollo para Iraq”) en el Banco Central Estadounidense, filial de Nueva York, donde todas las operaciones financieras se llevaron a cabo en el mayor de los secretos. [67] Se han “perdido” unos 40.000 millones de dólares de un fondo posterior a la Guerra del Golfo que mantiene Iraq para proteger el dinero de reclamaciones extranjeras, afirmó el portavoz parlamentario iraquí el 24 de febrero de 2012 [68]

 Una carta de mayo de 2011 del Comité de Integridad del Parlamento de Iraq a la ONU afirmaba que “hay indicios de que la agencia estadounidense robó dinero de los fondos de reconstrucción del pueblo de Iraq y de corrupción, en total 17.000 millones de dólares”. El Parlamento iraquí califica esta pérdida de fondos de “crimen financiero”. [69] Un cálculo de la “Comisión sobre Establecimiento de Contratos en Época de Guerra” del 24 de febrero de 2011 indica que las pérdidas solamente por fraude en ambas zonas de guerra (Iraq y Afganistán) podrían ascender a 12.000 millones de dólares. Khalid Alwani, un parlamentario perteneciente a la Comisión de Integridad de Iraq afirmó el 16 de julio 2011 que la corrupción financiera se calcula en unos 59.000 millones de dólares y que por el momento se han presentado demandas por unos 38.000 casos de corrupción. Afirmó que el volumen de la corrupción en Iraq es “tremendo” y atribuyó la corrupción galopante de Iraq al “alto volumen de ingresos, […] la falta de responsabilidades y la falta de control por parte de los tribunales”. [70] El parlamentario iraquí Khalid al-`alwani reveló el 13 de julio de 2012 que el volumen de la corrupción financiera y administrativa en Iraq podría ascender a 229.000 millones de dólares. [71]

La empresa de auditoría estadounidense PricewaterhouseCoopers (PwC), en una presentación ofrecida en abril de 2011 en París ante un organismo de control de la ONU de los ingresos del petróleo iraquíes afirmó que Iraq carece todavía de un sistema moderno de medición necesario para rastrear la producción, el transporte y la exportación del crudo. Tanto del informe de la empresa, como los del Comité de Expertos Financieros de Iraq y del Consejo de Asesoría y Control Internacional, un organismo de control de la ONU, señalaron que la poco estricta implementación del sistema de medición es una amenaza para el país.[72] “Iraq es víctima del mayor robo de su producción petrolera de la historia moderna”, puso de relieve Azzaman en marzo de 2006. Un estudio de mayo de 2006 sobre la producción y cifras de exportación de petróleo realizado por Platt’s Oilgram News, una revista industrial, demostraba que no hay explicaciones de lo ocurrido con más de 3.000 millones de dólares al año. “ Con miles de millones de dólares empleados y su amplia experiencia en infraestructura petrolera y puertos iraquíes, Halliburton y Parsons parecen incapaces de solucionar los problemas rutinarios de contadores estropeados en las terminales del sur de Iraq. Después de la invasión de 2003 parece que se han apagado los contadores y que desde entonces no han podido ofrecer datos fiables de cuánto crudo se ha enviado por barco desde los campos de petroleo iraquíes del sur”, escribía CorpWatch el 22 de marzo de 2007[73].
Dirk Adriaensens es coordinador de SOS Iraq y miembro del comité ejecutivo del Tribunal BRussells. Entre 1992 y 2003 encabezó varias delegaciones a Iraq para observar los devastadores efectos de las sanciones impuestas por la ONU. Fue miembro del Comité Organizador Internacional del Tribunal Mundial sobre Iraq (2003-2005). También es co-coordinador de la Campaña Global contra el Asesinato de Académicos Iraquíes. Es co-autor de Rendez-Vous in Baghdad , EPO (1994), Cultural Cleansing in Iraq , Pluto Press, London (2010), Beyond Educide , Academia Press, Ghent (2012), y suele colaborar con Global Research , Truthout , The International Journal of Contemporary Iraqi Studies y otros medios.

Dirk Adriaensens
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Notas:
[22] United States Energy Information Administration, ‘Persian Gulf Oil and Gas Exports’ Fact Sheet, abril de 2003.
[23] Forbes, ‘Gusher: The Post-Saddam Premium’, 28 de octubre de 2002.
* El mito de la guerra buena: Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Hiru, Hondarribia, 2002, traducción de José Sastre.
[33] http://www.fmreview.org/FMRpdfs/Iraq/full.pdf Refugee Studies Centre, Department of International Development, 3 Mansfield Road, Oxford

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